La decisión estadounidense de no implementar el escudo antimisiles es una apuesta arriesgada ante la cual el Partido de la Libertad Individual sólo puede mantener una posición de escepticismo y desear que la administración Obama sepa realmente lo que está haciendo. En el momento histórico actual, cuando los diversos enemigos de Occidente trazan preocupantes alianzas intercontinentales y buscan una coordinación global de la que Rusia y China no son ajenas, cualquier medida de construcción de confianza debería ir acompañada de contrapartidas que vayan mucho más allá de las buenas palabras de Medvédev o Ahmadineyad. El P-LIB teme que esta decisión debilite al mundo occidental, desproteja gravemente a Europa y favorezca el retorno a una Guerra Fría que, aunque sería muy diferente de la que vivimos después de la Segunda Guerra Mundial, pondría nuevamente en cuestión el modelo político y social basado en el capitalismo, la democracia y el racionalismo.
El P-LIB pide a Europa y a los Estados Unidos una diplomacia firme, destinada a incorporar a Rusia a Occidente con la influencia y la importancia que sin duda le corresponde, y con la lealtad que de ella se espera. Al mismo tiempo, Occidente debe tender puentes con los regímenes no democráticos y procurar su inserción en la comunidad de países democráticos, pero sería ingenuo pensar que sea tarea fácil, ante las múltiples pruebas en contra que recibimos cada día. Es un suicidio mantener una política de paños calientes con regímenes como los de Irán, Venezuela o Corea del Norte. No repitamos los errores de Chamberlain frente a Hitler.