Causa estupor la nueva iniciativa de la Comisión Europea, que ahora pretende regular nada menos que el nivel de volumen con el que salen de fábrica los MP3 y otros aparatos de música provistos de auriculares. Al parecer se han dado cuenta de que muchos europeos están perdiendo capacidad auditiva porque llevan muy alta la música. Y, claro, los políticos y burócratas de Bruselas, esos ingenieros sociales bonachones y preocupados siempre por nuestro bienestar y nuestra salud (incluso contra nuestra insignificante voluntad) se han apresurado a pergeñar nuevas regulaciones y normas que afectarán a la industria y a los consumidores. Tanto la derecha como la izquierda europeas, a cuál más colectivista, comparten sin reservas esta benéfica medida… Este es sólo un pequeño ejemplo de hasta qué punto el Estado (en este caso en su forma paneuropea) se considera sinceramente obligado a protegernos de todos los males, queramos o no, y nos toma por discapacitados psíquicos o por menores de edad. El P-LIB está decidido a trabajar por un cambio generalizado de mentalidad que haga imposibles algún día medidas como ésta, simplemente porque la sociedad las reciba con una carcajada seguida de un firme «no te metas» dirigido al Estado. Aquí el sonido que sobra es el del paternalismo de la Comisión. El de los MP3 ya lo regulará cada ciudadano como desee.