El P-LIB respeta las convicciones religiosas de todos los ciudadanos pero considera que la separación entre Estado y religión es una conquista fundamental de las sociedades civilizadas, y que por tanto las personas que ocupan cargos de representación deben ser especialmente cuidadosas para no mezclar ambas cosas. En este sentido es de lamentar que el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, haya caído en la trampa de acudir hoy a un rezo colectivo en Washington, no a invitación de la Casa Blanca sino de una organización religiosa estadounidense. La participación en el acto no le garantiza la posibilidad de una reunión privada con el presidente Obama, tiene un coste elevado para el erario público y aleja de La Moncloa al presidente en el peor momento político imaginable.
Zapatero debería tener en cuenta que representa a muchos millones de ciudadanos creyente y no creyentes, y que incluso entre los primeros hay muchos que profesan religiones que no les hacen sentirse a gusto con el acto de Washington. La asistencia de Zapatero como presidente del gobierno, no como ciudadano privado, al evento de hoy es por lo tanto una decisión desafortunada que recuerda a otra ocurrida en época de Aznar: la celebración de un funeral «de Estado» católico y no de un acto civil por las víctimas del 11-M, entre las que había ciudadanos de las más diversas confesiones. La presencia de Zapatero traslada además una indigna imagen de peloteo al presidente Obama justo cuando éste acaba de cancelar su presencia en la cumbre europea tras la desastrosa gestión del asunto por parte de la presidencia espaola.
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