El Partido de la Libertad Individual (P-LIB), única fuerza política española que denuncia el Pacto de Toledo y defiende una alternativa completa al actual sistema de pensiones, rechaza frontalmente el acuerdo alcanzado por el gobierno y los agentes sociales, probablemente con el beneplácito conservador. El P-LIB considera que la reforma:
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Constituye un cambio de las reglas del juego durante la partida, afectando de forma directa a los trabajadores que cotizaban contando con un determinado escenario de jubilación, endurecido ahora por los partidos colectivistas y por unos agentes sociales escasamente representativos.
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Perjudica a los jóvenes que deseen prolongar sus estudios, ya que el sistema les exige ahora una inserción más temprana en el mercado de trabajo para alcanzar los años de cotización necesarios.
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Perjudica a los parados, sobre todo a los jóvenes (en el país desarrollado con más paro juvenil) al dificultar el acceso a puestos de becario, ya que aumentan las cargas empresariales.
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Y, sobre todo, es un gran parche cosmético (probablemente el último posible) al sistema de reparto, un sistema piramidal fracasado.
El P-LIB condena la cobardía de los partidos políticos del arco parlamentario actual. Todos ellos saben perfectamente que el sistema de reparto es insostenible y vive una lenta agonía, pero ninguno de ellos se atreve a reconocer que es necesario emprender con celeridad una transición hacia un sistema de capitalización personalizada para cada trabajador.
El sistema de capitalización propuesto por el P-LIB no deja a nadie en la estacada. Los trabajadores actuales tendrían garantizado el cumplimiento de las obligaciones que el Estado ha contraído con ellos. Por eso se trata de una transición entre sistemas y no de un cambio brusco. Y en el futuro, nadie quedaría sin pensión o con una miserable pensión «no contributiva», ya que se sustituiría la actual solidaridad «intergeneracional», peligrosamente basada en el mantenimiento o mejora de las condiciones demográficas y sociopolíticas a largo plazo, por la intrageneracional. Es decir, serían los cotizantes actuales los que contribuyeran adicionalmente, con un pequeño porcentaje, a cotizar también por aquellos que no puedan hacerlo hoy, en vez de reservarles una mala pensión mañana.
El P-LIB propone, naturalmente, la gestión del sistema de capitalización mediante numerosas empresas privadas especializadas, que no tendrían acceso a los fondos gestionados más que para invertirlos dentro de estrictos parámetros de seguridad, y que no responderían con esos fondos en caso de quiebra. En esas circunstancias, es más segura la gestión privada en libre competencia que la gestión estatalizada. Pero pese a todo ello, consideramos que ya sería un primer paso importante que el sistema de capitalización se implementara con gestión pública, aunque no sea lo ideal. Por lo menos se producirían ya los principales efectos positivos del sistema que proponemos:
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Genera ahorro capitalizable, no una inmensa deuda para toda la sociedad. Esto además tiene positivos efectos macroeconómicos para el país.
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Da confianza a los trabajadores, que ven mes a mes en una libreta cómo evoluciona su fondo personal, sabiendo que es suyo.
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Permite que no se pierda lo acumulado cuando el trabajador fallece, ya que pasa a sus herederos.
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Crea una horquilla de edades en las que es viable jubilarse si el monto acumulado supera determinados umbrales, por lo que la edad de jubilación no es decidida por los políticos sino por cada individuo.
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Permite a los trabajadores pagar de más cuando les va bien, sabiendo que será para ellos mismos y para los suyos, y también pagar de menos durante los malos momentos si antes habían acumulado de más.
En definitiva, el P-LIB propone un sistema alternativo que es moderno y sofisticado, flexible y adaptado a la realidad de cada trabajador, y que genera pensiones más altas que las actuales. Prestigiosos economistas han calculado que hoy un trabajador que se jubile debería percibir de media unos tres mil euros, pero, ¿dónde está su dinero? El Estado se lo ha gastado, con enorme despilfarro y pésima gestión, atendiendo mal a los pensionistas anteriores, que encima cobran una miseria. Al no darse los incentivos económicos necesarios, la burocracia estatal es incapaz de gestionar bien los fondos a su cargo.
El P-LIB llama a la sociedad española a despertar del letargo estatalista en el que la mantienen el PP, el PSOE, los sindicatos y la patronal, oponerse a la continuidad y endurecimiento del sistema de reparto y sumarse a la exigencia de un sistema de capitalización personalizada para las pensiones, en beneficio de cada trabajador.