El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) contempla con escepticismo la reforma constitucional para la instauración de la disciplina presupuestaria. No cabe duda de que es una medida que va en la buena dirección, pero llega muy tarde y es a todas luces insuficiente. El P-LIB lleva pidiendo este tipo de medidas desde su misma fundación, es decir, desde un año antes de que lo propusiera el PP y dos años antes de que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, obligado por las circunstancias y desde el exterior, haya aceptado finalmente esta reforma. Pero el P-LIB no se contenta con la simple introducción de esta regla en la carta magna. Sabemos que los Estados son especialistas en cosmética contable. Creemos que esta reforma constitucional debería incluir topes fijos al endeudamiento de las diversas administraciones públicas (con un plan inicial de reducción paulatina hasta alcanzarlos) y topes a la carga tributaria de los ciudadanos y de las empresas. La introducción por sí sola de la disciplina presupuestaria, en un contexto de fuerte intromisión estatal en la economía y sin que se haya producido una renuncia clara del Estado a su propio sobreendeudamiento, a las altísimas exigencias tributarias que impone a la sociedad civil ni, mucho menos, a la lógica monetarista, no pasa de ser un nuevo golpe de efecto para procurar la recuperación de la confianza de los inversores.