El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) discrepa de las medidas económicas aprobadas ayer por el Consejo de Ministros, que continúan por la senda del intervencionismo y del hiperendeudamiento insostenible. En particular, es una pésima noticia la creación de una línea de crédito del ICO de hasta quince mil millones de euros para financiar los vencimientos de deuda de las administraciones cuasi quebradas, porque ese nuevo balón de oxígeno permitirá a los políticos que las gestionan relajarse en la situación actual en vez de combatirla mediante el recorte drástico del gasto y la venta generalizada de sus empresas públicas y otros activos. En circunstancias de endeudamiento extremo, es irresponsable refinanciar una y otra vez la deuda, sobre todo si se hace con la agenda mal disimulada de seguir gastando prácticamente lo mismo mientras se espera con los dedos cruzados a que una nueva coyuntura económica permita incrementar todavía más la deuda. Es una broma de mal gusto que el ministro De Guindos hable de «condiciones muy estrictas» para estos créditos cuando, en realidad, sólo se penalizará a los deudores con un aumento de tipos en caso de retraso o de incumplimiento de las leves exigencias de ajuste económico y pago a proveedores que impondrá el ministerio. El gobierno ni siquiera incluye entre sus exigencias la enajenación de empresas y otros bienes ni la reducción de plantillas ni otros recortes del gasto.
Por otro lado, es preocupante que el ministro De Guindos se disponga a inflar una nueva burbuja en el sector inmobiliario y de la construcción. Parece evidente que esto se orienta a salvar al sector bancario, plagado de inmuebles embargados y de créditos hipotecarios con alto riesgo de impago. El antaño seguidor de Hayek cifra ahora todo el éxito de sus medidas económicas en forzar artificialmente que el crédito fluya para que las empresas y particulares puedan volver a endeudarse irresponsablemente. Es decir, De Guindos intentará impulsar un nuevo ciclo de boom keynesiano sin aprender la lección de la crisis actual, sin importarle las consecuencias futuras y sin atender a la coyuntura internacional que lo imposibilita. Y para ello el PP de Rajoy, como antes el de Aznar, sólo sabe recurrir al ladrillo.
Por último, los planteamientos de De Guindos sobre la reducción del sector bancario y su énfasis en las fusiones ponen de manifiesto que no tiene la menor intención de liberalizar el sector bancario, sino de hacerlo aún más oligopólico y controlado desde el poder político.
El Secretario de Política Económica del P-LIB, Leonardo Ravier, ha declarado que «el gobierno sólo conseguirá que el aumento artificial de los flujos de crédito envíe al mercado malas señales al hacer pensar que responde a ahorro real disponible en la economía, generando nuevamente miles de malas decisiones inversoras y empresariales».