El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) no comparte las críticas proteccionistas de sindicatos como la UPA y de otros agentes sociales y medios de comunicación al reciente acuerdo entre la Unión Europea y Marruecos. El P-LIB defiende la globalización económica y aboga por el desarme arancelario unilateral de Europa, en beneficio de sus propios consumidores y del desarrollo económico del Sur. Los ataques a la escasísima apertura de nuestro mercado a los bienes y servicios procedentes del resto del mundo reflejan una visión mercantilista de la economía, profundamente alejada del libre mercado que defendemos los liberales. Es normal que esos ataques procedan habitualmente de organizaciones subvencionadas por los contribuyentes y profundamente hostiles al libre intercambio de bienes y servicios.
El P-LIB cuestiona, en cambio, la inclusión ilegítima en el acuerdo del territorio saharaui violentamente ocupado por Marruecos desde su abandono ilegal por la potencia administradora en 1975. La Unión Europea no tiene derecho a contratar con Marruecos respecto a ese territorio ajeno usurpado, y es deplorable que con este acuerdo incumpla las resoluciones de las Naciones Unidas y se haga cómplice de la invasión, iniciada con el genocidio de los saharauis y el exilio aún vigente de buena parte de la población del Sáhara Occidental.
Por otro lado, el P-LIB denuncia que la economía marroquí, como la propia sociedad, adolece de una importante falta de libertad debido al férreo control del Estado tiránico de Rabat. Si bien es de desear que el comercio tenga efectos positivos a muy largo plazo en la apertura del régimen y en el avance de la libertad individual, no podemos sino lamentar que los principales beneficiarios inmediatos no vayan a ser tanto los ciudadanos, productores y comerciantes como las grandes empresas marroquíes mezcladas con el poder político, que inevitablemente se verá afianzado. El libre comercio es una de las mejores herramientas para desmontar las tiranías y también para evitar conflictos armados, pero para ello debe alcanzar al conjunto de la sociedad y de la economía, no sólo al Estado.