El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) expresa su más indignada protesta por la nacionalización de Bankia por parte del gobierno de Mariano Rajoy, cuya política económica es, de nuevo, exactamente la propia de los partidos socialistas. Los contribuyentes españoles no tienen que pagar mediante sus impuestos las malas decisiones de quienes han gestionado la entidad, incluyendo a Rodrigo Rato, cuya huida del barco mientrase se hunde dice mucho de la plana mayor del PP y de la casta política española en general. Socializar la deuda insostenible de Bankia obligando a los ciudadanos a pagarla constituye un auténtico expolio que se une a la lista ya interminable de agravios que motivan la evitación de impuestos por todos los medios legalmente posibles. Si el gobierno del Partido Popular piensa que nacionalizar bancos es una decisión legítima, moderna, propia de un país europeo del siglo XXI, está completamente equivocado. Al nacionalizar un banco, el PP actúa como los gobiernos latinoamericanos que tanto critica.
El P-LIB ha denunciado reiteradamente que la política económica del PP es la misma que la del PSOE, con la única diferencia de su mayor empeño en el error. Bankia debe quebrar y los ciudadanos no deben pagar esa quiebra. Es así de sencillo, y de duro. La entidad debe resolver con sus acreedores la situación convirtiéndoles en accionistas o aplicando quitas, todo ello mediante acuerdo voluntario entre las partes. Si Rajoy emplea ilegítimamente el dinero de todos para salvar esa situación particular, poniendo como burda excusa los intereses de los depositantes, no podemos sino señalar que nos está robando a todos, y llamamos a la sociedad española a no dejarse robar por su gobierno. El P-LIB reitera su llamamiento, no ya a quienes dentro del PP se dicen liberales, sino a todos los diputados populares con un mínimo de sentido común, a comprender la magnitud del desastre económico al que nos dirige con toda decisión Mariano Rajoy (como están registrando sin pausa los datos macroeconómicos, los mercados de valores y la desinversión extranjera) y a sustituirle con la máxima urgencia para cumplir el mandato de los españoles en las urnas, que no era el de continuar por la senda de Zapatero pisando encima el acelerador, sino el de cambiar de rumbo radicalmente. Hacerlo implica, por supuesto y entre otras muchas cosas, no rescatar a ninguna entidad bancaria.