El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) rechaza el acuerdo alcanzado esta madrugada en la Unión Europea. Por desgracia, una vez más han quedado demasiadas cuestiones sin definir, por lo que no es posible conocer el alcance exacto de lo acordado, pero en cualquier caso estamos en contra de la capitalización directa de las entidades de crédito y de la compra de deuda soberana con fondos europeos. Ambas estrategias son un simple balón de oxígeno para la continuidad de una política económica completamente desacertada.
«Los gobiernos español e italiano han obligado al resto de los europeos, bajo amenaza de destruir la moneda común, a compartir el coste inmenso de sus errores de décadas: la burbuja monetaria y crediticia que dio lugar a la inmobiliaria, el intervencionismo económico y el crecimiento desaforado del Estado a todos los niveles territoriales», ha declarado el Presidente del P-LIB, Juan Pina, añadiendo que «es comprensible que los países que financiaron durante décadas nuestras infraestructuras y nuestro desarrollo se resistan ahora a pagar también la quiebra de bancos que no son suyos y cuya ruina se debe a la gestión nefasta de quienes estuvieron al frente: no profesionales del sector sino comisarios políticos del PP, del PSOE, de otras fuerzas política y de los llamados agentes sociales». «Los liberales nos oponemos a todo rescate bancario, sea con dinero español o europeo: los bancos deben seguir el mismo proceso que cualquier otra empresa en dificultades, acudiendo en caso necesario a concurso de acreedores», ha recordado.
Para el P-LIB, el acuerdo aplaza el problema al precio de aumentarlo y de hacer copartícipes del mismo a los contribuyentes de toda Europa. El aumento de la emisión monetaria y de las emisiones de deuda nos perjudica a todos. Además, el acuerdo tiene el pésimo efecto de dificultar la exigencia de responsabilidades sobre lo sucedido, y sienta el terrible precedente, ahora a nivel continental, de que los bancos pueden gestionarse irresponsablemente y los Estados pueden sobreendeudarse a voluntad, ya que se considera normal que en ambos casos los mecanismos automáticos de la Unión Europea asuman siempre esos errores socializándolos entre cientos de millones de europeos. El único aspecto tristemente positivo es la esperanza de que la nefasta política económica del gobierno de Mariano Rajoy se vea ahora sometida a condiciones de rigor presupuestario y reformas estructurales, bajo la supervisión de los llamados «hombres de negro».
La libertad económica europea sale de la cumbre de Bruselas mucho peor de como entró. El P-LIB sólo quiere «más Europa» si ello significa más libertad de interrelación económica y de todo tipo entre los europeos, sin trabas estatales. Pero, lamentablemente, cuando Rajoy, Monti y los eurócratas hablan de más Europa a lo que realmente se refieren es a más regulación, más gasto, más impuestos, más organismos burocráticos donde colocar a sus políticos, más arbitrariedad en la gestión de los recursos, más subvenciones para su beneficio, y, por supuesto, todo ello a costa de nuestra libertad y de nuestros bolsillos.