Desde el respeto a las decisiones judiciales y a la instrucción del sumario, el P-LIB manifiesta su satisfacción por la imputación a la cúpula de Bankia, y su esperanza en que esto permita esclarecer lo sucedido. El P-LIB comparte la convicción manifestada por el juez instructor en su resolución, al afirmar que se dan los «elementos materiales del supuesto de defraudación». Juan Pina: «este caso revela la putrefacción del sistema de partidos español. los partidos y los agentes sociales no están para regentar bancos, y a la vista están las consecuencias de habérselo permitido».
COMUNICADO ÍNTEGRO
MADRID, 6 DE JULIO DE 2012. Desde el respeto a las decisiones judiciales y a la instrucción del sumario, el Partido de la Libertad Individual (P-LIB) manifiesta su satisfacción por la imputación a la cúpula de Bankia, y su esperanza en que esto permita esclarecer lo sucedido en esa entidad y aliente la interposición de nuevas acciones judiciales en relación con el resto de entidades bancarias en situaciones similares. Es de justicia felicitar a UPyD por la formulación de la querella, y recordar que el PP (con su negativa) y el PSOE (con su insuficiente presión, obviamente interesada) han impedido hasta ahora el esclarecimiento de los hechos en sede parlamentaria. El P-LIB considera muy significativo que se impute en este caso a toda la casta político-sindical española, desde Comisiones Obreras e Izquierda Unida hasta el PP y el PSOE. Es un síntoma de la complicidad de todos los representantes del colectivismo en la gestión parasitaria de unas entidades bancarias que nunca deberían haber sido administradas por políticos. Resulta lamentable ver a los más altos dirigentes del PP y del PSOE restando importancia a la imputación de gravísimos delitos a algunos de sus principales representantes.
El P-LIB comparte la convicción manifestada por el juez instructor en su resolución, al afirmar que se dan los «elementos materiales del supuesto de defraudación«. La sociedad asiste atónita a la confirmación cada vez más evidente de que Bankia fue desde el principio un inmenso fraude perpetrado por el conjunto de la clase política contra el resto de la sociedad, y que la entidad escondía una cartera de activos tóxicos mucho peor de lo publicado. La decisión de pedir dinero a Europa para salvar a esa y otras entidades de la quiebra que le corresponde es a todas luces injusta e ilegítima, y sólo se entiende desde la necesidad de tapar lo sucedido y encubrir a los antiguos gestores políticos de las cajas de ahorros en cuestión. Los ciudadanos españoles tendrán que reponer el dinero prestado para rescatar a Bankia y a otras entidades, en el caso probable de que éstas no logren devolverlo solas. El P-LIB reitera su alternativa: la conversión de deuda en acciones para que los ciudadanos que no son acreedores de estos bancos fallidos no tengan que hacerse cargo del problema.
Las cajas fueron chiringuitos financieros al servicio de la clase política, y en gran medida por ello (y por alinearse automáticamente con la política monetaria oficial) rebajaron culpablemente sus exigencias en la concesión de miles de créditos cuando el Estado impulsaba las burbujas temerarias que han desembocado en esta crisis. El P-LIB, desde su misma constitución en 2009, denunció esta situación y propuso la privatización de las cajas.
El Presidente del P-LIB, Juan Pina, ha declarado que «los partidos y los agentes sociales no están para regentar bancos, y a la vista están las consecuencias de habérselo permitido». «Los liberales defendemos la libertad de mercado y afirmamos que las empresas son justas propietarias de sus beneficios, pero también han de ser responsables de sus pérdidas y asumirlas sin rescates de ninguna clase, sea el sector que sea y tengan el tamaño que tengan», ha recordado. «Al margen de las responsabilidades penales que determine la Justicia, el caso Bankia no puede saldarse sin la asunción de responsabilidades políticas al más alto nivel y por parte de todas las fuerzas políticas y organizaciones sociales implicadas», ha señalado, concluyendo que «este caso revela la putrefacción del sistema de partidos español, en el que no hay buenos y malos sino sólo malos: una élite política interconectada, que escenifica en público sus diferencias pero en privado comparte con complicidad el botín: el presupuesto de las administraciones y, hasta hace poco, la gestión parasitaria y desleal de estos pseudobancos politizados e irresponsables que jamás debieron existir».