El P-LIB considera que la prórroga de los 400 euros anunciada por Rajoy sólo prorroga el problema. Planteamos un modelo alternativo destinado a generar empleo por cuenta ajena y autoempleo, favoreciendo la adquisición de experiencia por parte de los jóvenes y los parados de larga duración. La desregulación de la contratación, incluyendo el salario mínimo, y de la rescisión, resulta esencial para ello. Óscar Timón, Portavoz Económico del P-LIB: «el modelo de los demás partidos prefiere que la gente con menos opciones se quede sin trabajar y dependa de las migajas que les dan los políticos, arrebatándoselas al resto de los trabajadores». A continuación el comunicado completo con las propuestas del P-LIB y declaraciones de Óscar Timón
MADRID, 17 DE AGOSTO DE 2012. El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) considera que la prórroga de la prestación de cuatrocientos euros a los parados de larga duración, anunciada hace unos días en Palma de Mallorca por el presidente del gobierno, solamente prolonga el problema. Los parados no necesitan de subsidios de 400 euros ya que quienes los reciben preferirían estar trabajando por un salario superior. Sin embargo, las penosas leyes laborales que nos asedian y los altísimos impuestos dificultan que esas personas encuentren un empleo que les permita ganarse su sustento por sí mismos mientras adquieren experiencia laboral.
Observamos que la defensa de este subsidio está siendo abanderada por varios partidos políticos, entre ellos los dos mayoritarios, y por las organizaciones sindicales, con el argumento de que los ciudadanos con menos posibilidades de encontrar un empleo tengan para comer y limitar su pobreza. Nada se dice sobre qué será de ellos cuando terminen los seis meses de prestación o qué sucederá con los dos millones de parados que no reciben ningún subsidio. Sin embargo esos mismos partidos y organizaciones sindicales se niegan a permitir a nadie trabajar por esa misma cantidad o cantidades superiores que no alcancen el salario mínimo. Hemos llegado a una situación en la que sólo se permite que la gente más humilde tenga cero euros de ingresos o unos pequeños ingresos que son un 40% inferiores al salario mínimo, y siempre que no trabaje para conseguirlos.
En España el salario mínimo interprofesional (SMI) es de 641,40€ y sin los impuestos alcanzaría los mil euros mensuales (estamos teniendo en cuenta las cotizaciones sociales que aunque parece que las paga el empresario en realidad las paga el trabajador al igual que el IRPF u otros impuestos, aunque no aparecen en su nómina). Es decir, el empleador tiene que abonar unos doce mil euros anuales para pagar el SMI. Por lo tanto, nadie en España contratará a un trabajador que genere menos de esta cantidad, y si tenemos en cuenta que nadie adelanta dinero para luego recibir la misma cantidad tenemos que concluir que la cifra que debe generar el trabajador será superior. Por lo tanto, se está condenando a los trabajadores menos cualificados o sin experiencia al paro o a la economía sumergida ya que el auténtico SMI español es de cero euros, que es lo que se obliga a cobrar a todo trabajador que sólo pueda generar producción por valor de unos doce mil o menos, impidiéndole adquirir la experiencia que le permita generar más riqueza y por tanto salarios más elevados. El salario mínimo es un atentado contra los más pobres a los que se intenta engañar para que crean que existe para su beneficio, y que en realidad les condena a seguir siendo pobres para que sigan votando al partido que les otorgue las subvenciones para vivir.
Pero el verdadero salario mínimo no es este sino los salarios fijados en los convenios, que son más altos para gran parte de la población. Es dramático ver a numerosos jóvenes que, al haber estudiado una carrera, tienen fijado un salario mínimo por convenio más elevado, que suele ser superior a los mil euros ( cerca de dos mil euros mensuales sin impuestos ). Esto implica que para contratar un universitario español, en aquello para lo que ha estudiado, hay que desembolsar, como mínimo, veinticuatro mil euros anuales y, como en el ejemplo anterior, deben generar una cantidad superior a esa para ser contratados. Es un círculo vicioso: para ser contratado un joven necesita experiencia pero para obtener experiencia necesita ser contratado. Las becas y los contratos en prácticas son la prueba de que se conoce el problema pero no hay voluntad de solucionarlo definitivamente. Se está condenando también a numerosos jóvenes con carreras universitarias, pero sin experiencia, al paro o a tener que dedicarse a otra cosa, para la que no estudiaron, no pudiendo adquirir la experiencia tan necesaria para obtener salarios más elevados.
El SMI y los convenios colectivos no son, ni mucho menos, la única causa que explica por qué no se crea trabajo en España. Tampoco se genera empleo porque no están surgiendo empresas sino que se está destruyendo tejido empresarial, y porque se está reduciendo la actividad económica. Todo esto, a su vez, se debe a que el gobierno está estrangulando fiscalmente a ciudadanos y empresas mientras dilapida el dinero recaudado. Una buena manera de crear empleo es transformar desempleados en trabajadores autónomos y en emprendedores, y eso se consigue eliminando barreras de entrada al autoempleo y a la creación de micropymes, simplificando la maraña de obligaciones burocráticas inherentes y reduciendo drásticamente la extrema presión fiscal que soportan los nuevos autoempleados y las nuevas pymes. Si el gobierno de verdad quiere crear empleo lo que necesita son nuevas pymes, micropymes y profesionales independientes. Y para ello resulta fundamental desregular la contratación (incluyendo el SMI) y la rescisión, así como reducir a su mínima expresión la cuota de autónomos. La contingencia de desempleo, como la indemnización por despido, debe pasar a ser cubierta por mecanismos financieros privados y voluntarios como las cuentas de capitalización a beneficio de cada trabajador (algo parecido ya se aplica en Austria en relación a la indemnización por despido).
En palabras de Óscar Timón, Portavoz Económico del P-LIB, «aquí se enfrentan dos modelos: por una parte, el de todos los demás partidos políticos, que prefieren que la gente con menos opciones no trabaje y no tenga más remedio que depender de unos subsidios gestionados por ellos para subsistir, manteniéndolos permanentemente en la pobreza mientras mantienen su voto cautivo; y por otra parte, el modelo del P-LIB, que prefiere que el trabajador con menos posibilidades de encontrar un empleo pueda crear su propia empresa o trabajar por cuenta ajena, aunque sea con salario bajo, e ir adquiriendo la experiencia que le permita acceder en el futuro a salarios más elevados mientras subsiste sin tener que rendir pleitesía al político que le da migajas arrebatadas al resto de los trabajadores«.