El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) lamenta la concesión, con pago adelantado incluido, de más de 5,3 millones de euros en subvenciones a productoras cinematográficas. Alguna de las películas subvencionadas ha sido vista por menos de trescientas personas, y la mayoría no han pasado de unos pocos miles de consumidores o, con frecuencia, menos de mil. Al mantener estas subvenciones pese a la terrible situación de crisis que atravesamos, el ministro José Ignacio Wert ha demostrado que, como Mariano Rajoy y el resto de su gabinete, está preso de una arcaica visión colectivista de la sociedad y de la cultura. Wert se caracteriza por un extraordinario dirigismo cultural, que forma parte de la ingeniería social del Partido Popular, tan obsesionado como el PSOE por moldear la sociedad según sus preferencias particulares.
El Presidente del P-LIB, Juan Pina, ha declarado hoy que «tanto el PP como el PSOE se gastan nuestro dinero en decirnos cómo pensar y qué valores adoptar» y que esto «es igual de ilegítimo en un caso que en el otro».
Los liberales pensamos que las películas, como cualquier otra obra cultural, deben ser financiadas por la sociedad civil, de forma directa y descoordinada. Con ser grave, la asignación a los cineastas de dinero extraído por vía fiscal a todos los ciudadanos no es lo peor. Lo peor es que el gobierno, sea cual sea su color político, pueda decidir en base a sus criterios ideológicos qué películas se harán y cuáles no. Los liberales, frente al extraordinario e ilégitimo poder del intermediario Estado en la asignación de recursos a la cultura, defendemos la actividad empresarial libre e independiente en ese sector, como en cualquier otro, y planteamos en todo caso soluciones de mecenazgo ciudadano voluntario con un amplio techo de desgravación fiscal.
Juan Pina ha añadido que «las películas deben hacerse porque uno o muchos ciudadanos quieren que se hagan, y en consecuencia destinan libre y voluntariamente recursos a ello, bien sea como inversión o como aportación sin ánimo de lucro. Lo que no es tolerable es que las películas se hagan porque un cineasta ha conseguido el favor de un político. En la cultura, el Estado está de más».