El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) deplora el establecimiento de relaciones institucionales entre el Partido Popular y el Partido Comunista Chino (PCCh), que se ha materializado con la visita de la Secretaria General del PP, María Dolores de Cospedal, y otros altos dirigentes de ese partido a sus homólogos del partido único que ejerce una espantosa tiranía sobre la quinta parte de la humanidad. El PP incluso ha llegado al extremo de firmar durante su visita a Shuzou todo un Acuerdo de Entendimiento, Intercambio y Cooperación con el Partido Comunista Chino. Una cosa es que España, como país, mantenga relaciones diplomáticas con otros Estados, con independencia de su régimen político, y otra muy distinta es que instituciones privadas de la sociedad civil, haciendo total dejación de los principios y valores en los que dicen inspirarse, reconozcan como igual a un partido político falso, pues en realidad mantiene prohibidos todos los demás e impone a la población su programa y sus dirigentes.
Los liberales pensamos que el PP ha perdido desde hace años la más elemental orientación ideológica, y ahora parece haber perdido también el más elemental decoro. La primera la perdió cuando intentó fusionar en una misma formación política formas de pensamiento divergentes y hasta incompatibles entre sí, como la conservadora, la democristiana y la liberal. Esa desorientación continuó cuando el PP entró como un huracán en la Internacional Democristiana y, chequera en mano, la cambió de nombre para convertirla en la Internacional Demócrata de Centro (IDC), porque al PP toda denominación que denote una corriente ideológica concreta le molesta, ya que cree que entorpece sus planes de consagración internacional del mismo refrito polivalente y aguado que intenta en España. Y esa misma desorientación lleva a los populares a ser miembros tanto de la IDC, de la que Mariano Rajoy es Vicepresidente, como de la llamada «internacional conservadora», la International Democrat Union (IDU), y a haber esbozado hace años, por supuesto sin el menor éxito, incluso algunas aproximaciones también a la familia internacional de partidos liberales, que jamás ha querido a los populares españoles en su seno. Pues bien, la desorientación continúa y el decoro que aún pudiera quedar en el número 13 de la madrileña calle de Génova ha desaparecido ya por completo al aceptar el responsable de relaciones internacionales del PP, José Ramón García-Hernández, esta invitación del PCCh.
Lo que se espera de los partidos democráticos es una condena firme y un boicot permanente a los partidos con pretensión de «únicos» que aún quedan por el mundo. Lo que se espera de ellos es que no les den balones de oxígeno, ni oportunidades de fotografiarse con dirigentes democráticos para legitimarse ante su población en los medios del régimen. Lo que se espera de cualquier partido respetuoso del pluralismo democrático, ya sea democristiano, conservador, socialdemócrata o liberal es que se reúna con las familias de los presos políticos chinos, y con los disidentes y exiliados, y que intente ayudarles. Lo que habríamos aplaudido a Cospedal sería que hubiera declinado, airada, la invitación del partido repugnante y asesino que escribió en la plaza de Tiananmen uno de los episodios más negros de la historia, expresión brutal de la más absoluta falta de humanidad. Pero el PP de Bárcenas y Montoro, el PP insensible a la profunda desafección que genera su corrupción extrema, o al esfuerzo insoportable del contribuyente y del emprendedor español, no podía ser mejor en su acción exterior, y resulta ser igual de insensible ante la mayor dictadura del mundo, ante el régimen que más penas de muerte dicta cada año, ante la que probablemente sea hoy, con Corea del Norte, la tiranía más feroz del planeta.
El P-LIB expresa una vez más su emocionada solidaridad al premio Nobel de la paz Liu Xiaobo, encarcelado y torturado por los nuevos socios de la señora Cospedal. El P-LIB apoya, frente al sanguinario Partido Comunista Chino, al artista disidente Ai Weiwei, cuyo escalofriante testimonio de las torturas del régimen pone los pelos de punta a cualquier persona normal excepto, al parecer, a los dirigentes del Partido Popular. El P-LIB se siente más próximo que nunca a los ciudadanos del Turquestán Oriental y del Tíbet, oprimidos salvajemente por el régimen chino, y a la población de Hong Kong y Macao, que ve como sus prósperas economías capitalistas y las libertades públicas que disfrutaron bajo soberanía británica y portuguesa están cada día más amenazadas por el partido que dirige entre otros el apparatchik Wang Jiarui, con quien Cospedal y su delegación no han tenido empacho en brindar, fotografiarse y firmar un acuerdo infame. Mientras el PP rinde pleitesía al PCCh en la ciudad de Shuzou, los liberales ofrecemos toda nuestra colaboración a nuestros homólogos del Partido Democrático de Taiwán, socio del P-LIB en la Internacional Liberal, en su camino hacia la consolidación de la soberanía de la isla frente a las amenazas de la China continental totalitaria; y también al Partido Democrático de Hong Kong, opuesto al régimen comunista chino y fundado por el histórico activista Martin Lee, Premio de la Libertad de la Internacional Liberal en 1996. Y, sobre todo, el P-LIB se siente profundamente solidario con los millones de ciudadanos chinos que sufren el horror de la tiranía y ansían liberarse del yugo criminal del Partido Comunista Chino.
El Presidente del P-LIB, Juan Pina, ha declarado que «los liberales sólo podemos sentir asco ante el acercamiento del PP al PCCh, un partido frente al que sólo cabe establecer un cordón sanitario sin fisuras». «Me pregunto si el siguiente paso de la secretaría de relaciones internacionales del PP será, por ejemplo, trazar unas relaciones similares con el Partido Comunista de Cuba, por ejemplo», ha añadido, señalando que «ni siquiera la conocida superficialidad ideológica, la legendaria torpeza política o la inabarcable incultura de Cospedal alcanzan a explicar hasta qué punto ha conseguido esta vez cubrirse, y cubrir a los afiliados del PP —a quienes como Secretaria General representa de forma directa—, de la más absoluta de las vergüenzas». «Como el PP siga mucho tiempo en el poder, España va a necesitar una perestroika«, ha concluido.