El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) expresa su indignado rechazo a la reforma de los artículos 270 y 271 del Código Penal que propone el ministro Ruiz-Gallardón. De concluir sin modificaciones su trámite, esta despreciable reforma endurecería drásticamente las penas por enlazar contenidos en Internet, pudiendo llegar hasta seis años de prisión. Es decir, el dueño de un blog o de un sitio podría ir a la cárcel seis años por los hipervínculos que en sus páginas haya colocado él mismo o cualquier usuario a archivos publicados por terceros. Pero lo más grave es que la reforma amplía los supuestos considerados como delictivos. Esto crea una gran inseguridad jurídica en cualquier persona que gestione desde un simple blog hasta sitios web con contenido procedente o referenciado por terceros. Además, la reforma pretende ampliar también las premisas del tipo, y ya no será necesaria la concurrencia de lucro, sino que bastará la simple y vaga presunción de «beneficio directo o indirecto». Esto agrava aún más la indefensión de los propietarios de sitios y blogs, ya que la presencia de cualquier programa de publicidad contextual o intercambio de banners ya permitiría al juez considerar que se da el supuesto de beneficio y por lo tanto el delito en caso de existir enlaces a contenidos de terceros que resulten estar protegidos por derechos de propiedad intelectual.
Por supuesto, la reforma ni siquiera considera el supuesto cada vez más frecuente de los contenidos variables, evolutivos, dependientes de la interacción con terceros, traídos instantáneamente de una o más fuentes distintas al propio sitio y en función de múltiples circunstancias. Esto, multiplicado por miles de páginas autogeneradas, hace imposible que los administradores de los sitios puedan ejercer un control como el que la norma parece pretender. Es obvio que los redactores del texto legal ni comprenden la tecnología ni su evolución, y atacan el problema de la forma más tosca: proscribiendo todo aquello que les parece delictivo y criminalizando al propietario de la página en la que sale (incluso sin que él lo sepa) el enlace perseguido, como si ese fuera el tenedor del archivo supuestamente irregular.
Enlazar es simplemente indicar un camino. El P-LIB llama a la comunidad de usuarios de Internet a defenderse de este nuevo atropello estatal a la libertad de compartición privada de archivos, empleando para ello todos los medios que hoy proporcionan las tecnologías de navegación mediante proxies y programas de anonimización, de encriptación y de intercambio peer to peer. El P-LIB denuncia nuevamente la obsesión de control de Internet por parte de los Estados, y el alineamiento total del PP con el PSOE en esta materia. Roxana Nicula, Secretaria de Acción Ciudadana del P-LIB, ha declarado que «si Ruiz-Gallardón cree que amenazando con largas penas de cárcel (propias de delitos graves y absolutamente desproporcionadas en esta materia) va a poder vencer la soberana voluntad de los usuarios de Internet, está claro que no ha comprendido la red». «Pero en realidad es mejor que así sea, es mejor que los burócratas y los políticos sigan redactando leyes absurdas e imposibles de imponer, mientras la sociedad civil sigue su camino apoyándose en una Internet cada día más eficaz y resiliente, que le brinda el ámbito donde actuar y cooperar de forma voluntaria y pacífica al margen del poder establecido», ha concluido.
Desde la aparición de la escritura hasta la invención de la imprenta de tipos móviles y hasta el nacimiento de Internet, la tecnología basada en la ciencia y por lo tanto en la razón humana siempre ha sido el motor de los cambios sociales y culturales. Los liberales confiamos en que las nuevas tecnologías de comunicación logren asentar un nuevo paradigma social más horizontal y cooperativo, basado en una malla de redes distribuidas donde el individuo es siempre el protagonista, su alcance carece de más límites que los de su propio ingenio, la coerción es cada vez menos viable y la labor centralizadora, reguladora y monitorizadora de las autoridades es materia de los libros de Historia. Por ahora, pese a Ruiz-Gallardón, ese parece ser el rumbo que ha tomado nuestra especie.