El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) considera insuficiente la propuesta del Banco de España de flexibilizar durante un tiempo el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Todos los partidos políticos menos el P-LIB defienden el SMI. Es bastante comprensible que lo hagan: el SMI es popular y además, como condena a millones de personas a la pobreza, permite la compra de votos a precios asequibles. El P-LIB, sin embargo, denuncia contra viento y marea la gran mentira que es el salario mínimo. El SMI genera desempleo para aquellos trabajadores cuya productividad es inferior al coste de contratación. Aunque el salario mínimo en España es de unos setecientos cincuenta euros al mes en doce pagas (unos seiscientos cuarenta y cinco euros en catorce pagas), el coste de oportunidad para el empleador ronda los catorce mil euros anuales, más de mil cien euros al mes, debido entre otras cosas a las cotizaciones sociales. Esto lleva a que todo trabajador que no sea capaz de generar más de mil cien euros al mes no sea contratado. El SMI no es más que un precio mínimo y, como tal, tiende a producir una bajada en la demanda. Lo mismo sucedería si los políticos pusiesen un precio mínimo de veinte mil euros a los coches. En este caso desaparecería la demanda de aquellos que no pudieran pagar esa cantidad, junto con los coches de gama baja, que difícilmente se venderían cuando por el mismo precio se ofrecen coches mejores.
Muchos ciudadanos de bien, que tienen salarios por encima del salario mínimo, defienden el SMI para que los más desfavorecidos tengan un sueldo digno. Es necesario que piensen qué les sucedería a ellos si su salario mínimo fuera de diez mil euros al mes, la mayoría de ellos perderían sus empleos y les sería imposible conseguir un trabajo. Hay países europeos tan prósperos como Alemania o Suiza donde no existe salario mínimo, y los sueldos son más altos que en España.
Los trabajadores honrados no deben nada a las leyes de salario mínimo ni a los convenios colectivos, sino que deben sus salarios a su propio esfuerzo y a su productividad. Es por eso que los trabajadores autónomos, que carecen de SMI y tratan directamente con las empresas, no sufren más explotación que la que viene de los impuestos y regulaciones estatales. Sin embargo, los parados sí les deben a las leyes de salario mínimo y a los convenios su actual salario de cero euros, que es el auténtico sueldo mínimo que imponen estas leyes liberticidas. A esto se suma que al estar en paro no pueden aprender las habilidades que les permitirían superar ese umbral de catorce mil euros anuales necesario para su contratación.
Juan Pina, Presidente del P-LIB, ha declarado que «los liberales abogamos por la supresión del salario mínimo y de los convenios colectivos obligatorios«. «Pedimos que trabajadores y empresarios puedan pactar libremente sus condiciones laborales sin tener que supeditarse a lo que quieran la patronal, los sindicatos y los políticos de turno», ha añadido, señalando que «estas medidas, junto con la liberalización de la economía, la reducción del gasto público y la bajada de impuestos, nos permitirían salir de la crisis, y no de cualquier manera sino con salarios más elevados». «Es impresionante que con cerca de un 30% de paso y con más de la mitad de nuestros jóvenes sin empleo, el PP siga aferrándose al SMI y que incluso Esperanza Aguirre se resista a proponer su pura y simple eliminación y siga hablando, en cambio, de reducirlo o de evitarlo para ciertos segmentos poblacionales o sectores de actividad, demostrando una vez más hasta dónde alcanza, en realidad, su supuesto liberalismo económico«, ha concluido.