El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) considera lamentable el papel desempeñado por la candidatura de Madrid en su tercer intento de celebrar unos Juegos Olímpicos. La alcaldesa de la capital, el presidente del Comité Olímpico Español y otras autoridades deberían asumir las responsabilidades políticas derivadas del inmenso y estéril gasto realizado y del resultado cosechado. Se nos había vendido absurdamente que las olimpiadas estaban casi aseguradas esta vez, y hemos perdido en primera ronda. En el colmo de la exageración, nuestros políticos habían cifrado en esa victoria la recuperación de un clima de optimismo generalizado. Y esa euforia, nos decían, habría resuelto o aliviado nuestros problemas políticos y económicos, generando además una ingente demanda de trabajadores que prácticamente iba a resolver nuestro problema de desempleo. Ahora conviene despertar. Llevamos gastados unos diez mil millones, prácticamente lo que nos habría costado organizar de verdad unos juegos, y ni con este severo varapalo se ha conseguido arrancar aún a los gobernantes la seguridad de que no nos embarcarán en una cuarta aventura olímpica. Es evidente que, gane o pierda Madrid, los intereses creados en torno al hecho mismo de presentarse son inmensos. Para nuestra casta política, las olimpiadas son como un gigantesco aeropuerto de Castellón, y justifican un cheque en blanco al que ninguno de ellos renuncia de buen grado. Por el camino (un camino jalonado de fracasos) se abusa de nuestros deportistas más prestigiosos, aprovechándose de su buena reputación para tratar de compensar el desprestigio internacional, ya extremo, de nuestros gobernantes.
Ha quedado patente el escaso crédito de nuestra marca-país en el concierto internacional, y ello debería mover a una profunda reflexión sobre la imagen que transmitimos y sobre el papel que deseamos desempeñar en el mundo. Es obvio que la percepción exterior sobre España es diametralmente distinta de la que nuestro establishment político, mediático, corporativo y deportivo cree proyectar. El P-LIB, que se opuso en su día al gasto de dinero público en esta tercera intentona, expresa hoy su oposición frontal a una cuarta candidatura. Una ciudad cuyo endeudamiento supera los ocho mil millones de euros no puede seguir presentándose ante el mundo como sede olímpica. Después de Buenos Aires debemos afrontar la realidad: nos hemos gastado una cantidad que habría podido cubrir nuestra enorme deuda, y ya no tenemos esa suma pero seguimos teniendo esa deuda. La única satisfacción que le queda al ciudadano es ver cómo se quedan con un palmo de narices los miembros de la casta política y del pseudoempresariado entremezclado con el poder, que ya se estaban frotando las manos pensando en los negocios privilegiados que iban a hacer al calor del Estado y en los puestos de lujo que iban a ocupar en toda suerte de empresas públicas y organismos oficiales relacionados con los Juegos Olímpicos.
Frente a la competición por países, el P-LIB reitera su apuesta por el deporte de la sociedad civil, basado en la competición de deportistas y de clubes pertenecientes a empresas o asociaciones privadas, y no de selecciones nacionales. El P-LIB rechaza el uso abusivo que todos los Estados hacen del deporte para generar adhesión mediante la conocida estrategia de pan y circo.