El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) lamenta profundamente el anticapitalismo de la exhortación Evangelii Gaudium del papa Francisco. Naturalmente, el P-LIB respeta el derecho de cualquier líder religioso a expresar una visión contraria al liberalismo y al capitalismo. Solemos posicionarnos ante los planteamientos estatales o de otros partidos, y no tanto en relación con los de organizaciones privadas. Pero la contundencia de este ataque papal a la libertad económica merece una respuesta serena y respetuosa del P-LIB, un partido donde hay católicos, otros cristianos, creyentes de otras religiones, agnósticos y ateos.
A diferencia de las demás confesiones religiosas, la católica dispone de un Estado soberano que actúa diplomáticamente en la comunidad internacional y que participa en innumerables cumbres y conferencias en persecución de sus fines y en representación de su particular cosmovisión. Además, la influencia social de esta organización es inmensa. Por todo ello, a los liberales nos preocupa que se produzca un giro de la posición de la Iglesia Católica en detrimento del papel del mercado y de la libertad económica en la sociedad.
Los liberales, incluidos los liberales católicos, no podemos compartir la visión expresada por el papa Francisco y coincidimos con Manuel Llamas y otros comentaristas, incluidos muchos católicos, en que se ha equivocado profundamente. Al hacerlo, recordamos con alarma que la Teología de la Liberación, filocomunista, parte de presupuestos ideológicos muy similares. Sería una tragedia para millones de católicos liberales y, dada la importancia de la Iglesia Católica, para el resto de la humanidad, que el profundo anticapitalismo de Francisco se convirtiera en la doctrina mayoritaria u oficial de esta organización.
El documento papal parte de un considerable desconocimiento de la economía y de una franca hostilidad hacia el orden espontáneo constituido por la acción libre de millones de agentes económicos independientes, y por ello reclama un orden dirigido mediante el intervencionismo de los Estados. Los liberales deploramos esta perspectiva y llamamos a cuantos católicos comparten el pensamiento político y económico liberal a trabajar para que esa visión tan errónea y nociva no prospere en el seno de su iglesia. En este sentido, Diego Ruiz, Secretario de Relaciones Institucionales del P-LIB y católico, ha declarado que «lo más preocupante en este caso sería que la Santa Sede desplegara toda su influencia y presionara a los gobiernos para que restringieran la libertad económica e individual de los ciudadanos, y contra eso hay que ser beligerantes, como lo somos contra el socialismo en general».