El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) recibe con indiferencia la abdicación de Juan Carlos de Borbón, y recuerda el descrédito extremo del que hoy adolecen la jefatura del Estado y la institución monárquica a consecuencia de los comportamientos indecorosos que se han generalizado en su ejercicio. La abdicación es una medida que llega demasiado tarde porque el titular de la corona lleva demasiados años cubriéndola de ignominia y debería haberse marchado mucho tiempo atrás. Su renuncia, a estas alturas, ni repara el daño ocasionado ni justifica la colocación de su hijo en un puesto inmerecido y rechazado por gran parte de la población.
El P-LIB reclama la celebración de un referéndum para que la sociedad española pueda pronunciarse sobre la continuidad o no de la institución monárquica. Ésta se restauró en España de facto al término del régimen anterior, y se legitimó mediante la vigente Constitución de 1978, aprobada en referéndum. Ni la generación actual es la que votó en aquel referéndum ni el contexto político español e internacional es el mismo. Además, en 1978 los españoles tuvieron una sola oportunidad de decidir en bloque sobre el texto constitucional, en un clima de extraordinaria inestabilidad y bajo la amenaza del «ruido de sables» que hizo imposible cuestionar partes del marco institucional que se sometió a referéndum.
El P-LIB reitera su apuesta por una república similar a las vigentes en los países de nuestro entorno político, con un fuerte control ciudadano de todas las funciones políticas. Nuestro modelo se asemeja, por tanto, mucho más a cualquiera de las diversas formas de república vigentes hoy en países como Suiza, los Estados Unidos, Alemania, Francia o Italia, que a repúblicas como la proclamada en España en 1931 o como las de corte totalitario que vemos hoy en Venezuela y otros países. Los liberales libertarios lamentamos y rechazamos rotundamente que los partidos políticos de izquierda radical intenten adueñarse de la opción republicana y monopolizar la exigencia de ese sistema político, cuando sus modelos de república contradicen la esencia de ésta y son en realidad la forma externa de regímenes dictatoriales.
La sucesión de la jefatura del Estado en la persona de Felipe de Borbón, sin mediar siquiera consulta a la población, constituiría una imposición ilegítima a la sociedad por parte de la casta partitocrática beneficiaria del régimen político del 78, hoy completamente agotado. Resulta significativo que algunos de los partidos nuevos, teóricamente decididos a regenerar el sistema político español, se hayan sumado rápidamente al coro de voces del establishment que aplaude la coronación sin más del actual príncipe de Asturias. Aunque Felipe de Borbón tiene la ventaja de no haberse cubierto aún del descrédito irrerparable que empaña a la figura de su padre y a gran parte de su familia, cabe exigirle que, en caso de ser finalmente coronado como rey de España, someta a la institución a la más absoluta transparencia y renuncie a la condición jurídica de irresponsable que la actual constitución le concede contra toda lógica. El P-LIB reclama, además, que no se establezcan medidas tendentes a asegurar la impunidad del ex rey ante los procesos judiciales que puedan llegar a afectarle.
Juan Pina, Presidente del P-LIB, ha declarado hoy que «La monarquía fue abolida en gran parte de Occidente gracias a los liberales, y los liberales de hoy no podemos convalidar de ninguna manera una forma de Estado que, incluso si es meramente simbólica, representa el sometimiento del individuo a un poder estatal sobre el que no ejerce ni el más remoto control«. «No hay más soberano que el Individuo humano», ha añadido, concluyendo que «Felipe de Borbón, que es un hombre de su tiempo, debería ser el primero en reconocer lo caduco de la institución monárquica y renunciar a desempeñar una función oficial en virtud de su simple ascendencia familiar».