El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) comunica a todos sus afiliados y simpatizantes que durante el último año y medio ha librado una dura batalla administrativa y judicial por su propio nombre e identidad. El ordenamiento jurídico español protege las denominaciones de las sociedades mercantiles pero presenta deficiencias a la hora de evitar la confusión entre los nombres de otras personas jurídicas, incluidos los partidos políticos. A primeros de 2013 instó su registro como partido una formación cuyo nombre, «Partido por la Libertad» (PxL), podía obviamente inducir a confusión por su parecido con el nombre del P-LIB.
Se daban además dos circunstancias particularmente graves. La primera, que el P-LIB había instado inicialmente su inscripción, en 2009, como «Partido de la Libertad» y a nosotros no se nos autorizó, reclamándosenos en cambio la subsanación del nombre. En cambio, a esta nueva formación sí se le ha permitido (apenas varía la preposición utilizada). La segunda circunstancia era la extrema gravedad de la confusión, ya que, en nuestra opinión, el nuevo partido responde a posiciones políticas de extrema derecha y supremacismo blanco. Se nos ha informado de que una parte de los promotores de esa formación política estuvieron previamente vinculados al Club Español de Amigos de Europa (CEDADE) que organizó en España a las personas de tendencia nacionalsocialista. El presidente del partido, José María Ruiz Puerta, fue, según diversas fuentes consultadas, militante de CEDADE y abogado de su principal dirigente. Es clara, además, la vinculación al menos inicial del nuevo partido con la formación política xenófoba Plataforma per Catalunya (PxC).
En defensa de nuestro nombre y de nuestra marca, de nuestros afiliados y simpatizantes y de los legítimos intereses del P-LIB, principalmente el de evitar toda confusión con el extremo ultracolectivismo que representa el PxL, agotamos las dos vías de recurso administrativo frente a la decisión registral y finalmente recurrimos ante los tribunales. La sentencia nos ha sido adversa. Los liberales la acatamos pero no la compartimos, porque sigue siendo evidente que el trato recibido por las dos formaciones al instar su inscripción registral ha sido distinto, como también es obvio el alto riesgo de confusión de los electores ante dos denominaciones tan similares. Redoblaremos nuestros esfuerzos de comunicación para dejar claras las diferencias entre dos formaciones políticas frontal y absolutamente opuestas pero que, por el oportunismo del nuevo partido, por un sistema registral arcaico y generador de inseguridad jurídica, y por el fallo incomprensible de los tribunales, llevan en este momento denominaciones parecidas. Nos reservamos, obviamente, el derecho a recurrir en casación y a emprender cuantas otras acciones jurídicas presentes y futuras resulten necesarias para proteger los intereses del P-LIB.
Los liberales no creemos que la palabra «libertad» sea patrimonio exclusivo nuestro, ni mucho menos. Pero sí creemos que su contenido es el directamente opuesto al representado por los totalitarios de cualquier signo.