El Partido Libertario (P-LIB) rechaza la medida anunciada por el Ayuntamiento de Madrid, según la cual se va a imponer un sentido único de la marcha a los peatones en algunas de las más importantes calles del centro de la ciudad en determinadas épocas o momentos de especial tránsito. Por ejemplo, en la C/ Preciados sólo se podrá caminar en dirección a Callao, y en la C/ Carmen sólo se podrá circular en dirección a Sol.
Los libertarios pensamos que esta medida, que ha producido hilaridad y estupor a partes iguales entre la ciudadanía tanto en la calle como en las redes sociales, no debe ser tomada a la ligera. Es fruto de un modelo de pensamiento totalitario y colectivista, que bajo la excusa de garantizar nuestra seguridad pretende regular hasta los aspectos más triviales de nuestra vida.
Consideramos que esta nueva regulación únicamente conseguirá irritar a los viandantes, que verán mermada su libertad a la hora de circular por la vía pública, sin que a cambio se consiga ninguna mejora en la seguridad ni en la comodidad cuando transitemos por la misma. Con la agravante de que para mantener dicha medida deberán usar unos medios, técnicos y humanos, que pagamos entre todos los ciudadanos con nuestros impuestos.
El P-LIB seguirá trabajando para que todas las instituciones del estado interfieran lo menos posible en nuestras vidas. Por tanto, denuncia la deriva del equipo municipal de Manuela Carmena, que va de ocurrencia en ocurrencia, a cada cual más arbitraria, mientras aún no es capaz de gestionar correctamente los servicios más básicos de una gran ciudad; manteniendo por ejemplo las calles igual de sucias o más que cuando llegó al poder.
Jorge Martín, miembro de la ejecutiva madrileña del Partido Libertario ha declarado a este respecto: «A través de equipos municipales de diferentes colores políticos, el Ayuntamiento de Madrid lleva décadas aplicando una política de planificación central de la economía, mediante la cual se han pretendido potenciar las zonas de compras de las áreas centrales de la ciudad. Ahora se sorprenden de que haya aglomeraciones. Mientras tanto, las ciudades más desarrolladas del mundo eliminan trabas a un crecimiento espontáneo y descentralizado del comercio y se abstienen de organizar hasta los aspectos más nimios de la vida de sus ciudadanos«.