El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) considera que la tan esperada entrevista extensa a Mariano Rajoy, publicada este fin de semana por El País, no ha revelado propuestas originales ni tampoco ha puesto de manifiesto una mejora sustancial de la visión política o de la capacidad de liderazgo del presidente del PP. Rajoy sigue siendo un dirigente gris y mediocre que representa lo más rancio de nuestra sociedad y que muestra la preocupante falta de una hoja de ruta política clara. Toma del liberalismo algunas propuestas inteligentes que importa de otros países, y le gusta compararse con Cameron aunque parece su abuelo. Pero sus escasos conatos de liberalismo se producen exclusivamente en materia económica y además de forma errática y débil, ya que no obedecen a una visión liberal de conjunto. Y en todo lo demás, en todo lo que no es economía, sigue siendo un conservador anticuado que procura imponer su visión moral a la sociedad, incurriendo para ello, si es necesario, en tanta ingeniería social como la izquierda.
Particular indignación suscita la respuesta de Rajoy sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, que constituye una clara amenaza a estas personas. El P-LIB expresa su apoyo a las organizaciones de personas gays, lesbianas, transexuales y bisexuales que han condenado a Rajoy por su contundencia al declarar que, incluso con un fallo favorable del Tribunal Constitucional, acabará con esta reforma legislativa. El P-LIB considera que esta ley es uno de los pocos aciertos del gobierno Zapatero y ha situado a nuestro país en un lugar destacado a nivel mundial en cuanto al reconocimiento de los derechos del individuo. El P-LIB repudia las concesiones de Rajoy a los lobbies ultras que a estas alturas se creen con derecho a intervenir desde el Estado en las cuestiones morales privadas de los ciudadanos, y se apresta a ser un baluarte de la comunidad de personas LGTB frente a cualquier retroceso en el reconocimiento de sus derechos individuales plenos.
Que nadie se llame a engaño: el Partido Popular podrá tener dentro algunas personas cuyas ideas económicas, sólo las económicas, son próximas al liberalismo, pero en realidad sigue siendo un partido intervencionista y casi socialdemócrata en lo económico, y a la vez profundamente conservador en todo lo demás. Ensucian la palabra «liberal» aquellos dirigentes del PP que la utilizan meramente para diferenciarse en sus guerras internas, pero carecen del valor para mostrarse (o incluso para ser) liberales en todo y para exigir mucho más liberalismo a su partido o por el contrario abandonarlo y sumarse al P-LIB o bien constituir otro partido que sólo sea liberal. Su confortable quintacolumnismo al pragmático calor de los escaños, las concejalías y el presupuesto oficial es tan impropio de personas realmente liberales como estéril en el avance de las ideas de la libertad, ya que durante décadas (y durante ocho años de gobierno) ha servido sólo para engordar a la otra parte, a la mayoría conservadora y democristiana del PP, que siempre será hegemónica y siempre ninguneará a los liberales de buena fe que haya en ese partido. No ha servido, en cambio, para obtener la expansión y aplicación de las ideas liberales en la realidad política española. El resultado de esa funesta y claudicante estrategia de «cola de león» ha sido la inexistencia de grupos parlamentarios y municipales liberales claramente diferenciados y capaces de influir desde las coaliciones de gobierno, como en la mayoría de los países europeos. El PP ha hundido o fagocitado sistemáticamente todos los intentos surgidos en esa línea, pero al mismo tiempo las supuestas facciones liberales jamás han tenido en su seno el peso ni la influencia que desde fuera habría tenido una tercera fuerza política liberal. El negocio les ha salido redondo a los conservadores y resulta lamentable que los sedicentes liberales del PP no se den cuenta, no quieran darse cuenta o hagan como que no se dan cuenta. Quienes de entre ellos amen realmente la libertad y el liberalismo tendrán que rendir cuentas de su acción política ante sus propias conciencias.
El P-LIB se considera, en palabras de Hayek, «tan lejano del conservadurismo como del socialismo». La Libertad y su expresión política, el liberalismo, son sencillamente indivisibles.