El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) considera muy significativa la severa amonestación del Tribunal Constitucional (TC) a los grupos parlamentarios, particularmente a los dos mayoritarios, por su incapacidad de ponerse de acuerdo para la renovación de los jueces que componen la institución. Es significativa no sólo de la irresponsabilidad de populares y socialistas, sino de un mal más profundo: la persistencia de un sistema de justicia constitucional carente de la menor independencia. En su I Congreso, celebrado el pasado 25 de septiembre, el P-LIB aprobó una posición respecto a la justicia constitucional que quedó recogida en el apartado 6.4 del Programa Político Marco.
La politización extrema de este órgano en nuestro marco jurídico-político actual es motivo de constantes fricciones y de un descrédito absoluto del TC y de todas sus sentencias, ya que claramente parecen inspiradas por una especie de consejo de guardianes de la Constitución compuesto y consensuado solamente por jueces que actúan como meros transmisores de la voluntad del PPSOE: la casta bipartidista, aparentemente bicéfala, que se perpetúa desde los inicios de la Transición en el ejercicio del poder en España. Esto hace del TC un órgano burdamente politizado y carente de todo prestigio.
Un órgano así no puede ser ni parecer el recto intérprete de la letra y el espíritu del texto constitucional, sino que se convierte ineludiblemente en una extraña instancia de poder legislativo (como una especie de tercera cámara) y hasta ejecutivo. En el camino hacia una reforma profunda de nuestra Constitución, reformar también la justicia constitucional y expulsar a los partidos políticos del TC constituye una necesidad urgente para la regeneración de nuestra anquilosada democracia.