El Partido de la Libertad Individual (P-LIB), que hace ya más de un año se pronunció contra el rescate a Grecia, considera inevitable la quiebra de ese país, por más que se intente ejecutar de forma ordenada y por más que se intente maquillar de diversas maneras. Del default griego debemos extraer lecciones de la mayor importancia para España y para Europa.
Nuestro país no está libre de transitar por un camino similar al griego. La confianza de los inversores exteriores, tal vez algo debilitada por el clima de protestas callejeras, se resiente sobre todo por la incapacidad del gobierno español de adoptar las medidas contundentes que exigiría un auténtico plan de choque. La agonía del Ejecutivo y su continuidad durante casi un año más sólo se justifican si al menos sirven para la toma de decisiones drásticas que en otras circunstancias políticas tendrían un coste inasumible por sus responsables.
Y para Europa, la lección es doble. Por un lado, debe aprender de una vez por todas que los rescates a Estados fallidos y la compra masiva (con dinero de los contribuyentes europeos) de su deuda, convertida en un activo tóxico, ni sirve al país en cuestión ni al continente. Europa debe impulsar ordenadamente el desmantelamiento del Hiperestado, el sistema político emergido de la Segunda Guerra Mundial y vigente durante la Guerra Fría. El Estado es el responsable de la dramática situación de Grecia y de la fuerte crisis que padece todo el continente. Debe reducirse a su mínima expresión, abandonar la industria y el sector servicios y no ejercer más intervención en estos últimos que la estrictamente necesaria para ofrecer a quienes lo necesiten bonos canjeables para costear el servicio privado de su elección. Pero, sobre todo, el Estado debe salir de la ecuación económica y limitarse a hacer cumplir las leyes. Debemos separarlo de la economía como ya conseguimos separarlo de la religión. Para ello, es fundamental que la población comprenda la necesidad de contar con dinero de verdad, dinero cuyo valor no pueda ser manipulado por los políticos. Es imprescindible sustituir las instituciones de Bretton Woods y el sistema internacional de banca central por una lógica de la libre emisión monetaria sustentada en reservas reales.