El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) expresa su preocupación ante el evidente inicio de una guerra abierta entre las autoridades y los cuerpos policiales de los Estados Unidos, por un lado, y los activistas por la Libertad en Internet, por otro. El primer combate se ha librado esta madrugada con el cierre de Megaupload y otros sitios web, y con el ciberataque de Anonymous a varios sitios web estatatales.
Juan Pina, Presidente del P-LIB, ha declarado que «no podemos considerar casual que esto haya sucedido justo después de que el movimiento ciudadano estadounidense y mundial por la Libertad de la Red haya protagonizado el apagón de algunos de los principales sitios web del mundo». «Sólo la página de Wikipedia oscurecida en señal de protesta contra las leyes SOPA y PIPA ha registrado más de ciento sesenta millones de visitas –ha añadido–. El clamor de la ciudadanía ha conseguido que incluso el presidente Obama dé marcha atrás en su apoyo a estos proyectos de ley, mientras en España el primer gobierno Rajoy, compitiendo con sus antecesores en desprecio por la Libertad, ha aprobado de un plumazo el reglamento de la que ahora llamamos, con toda justicia, ley Sinde-Wert».
El P-LIB considera que, con independencia de cualquier posición favorable o desfavorable a la propiedad intelectual, es necesario reconocer que el lobby de las entidades de gestión de derechos de propiedad intelectual ha alcanzado en las últimas décadas un extraordinario poder fáctico, encarnado de forma obvia en la llegada de algunos de sus más directos representantes a puestos de ministro (caso de Ángeles González-Sinde en España) o incluso a la misma Vicepresidencia de los Estados Unidos de América (caso del titular actual Joe Biden). Ese lobby es el responsable de impulsar y conseguir que se adopten en diversos países algunas normas que, para proteger la propiedad intelectual, desprotegen otros bienes jurídicos más importantes (pues afectan a derechos fundamentales), desde el secreto de las comunicaciones hasta la tutela judicial en algunos casos.
El P-LIB sostiene, más allá del debate sobre la propiedad intelectual, que es desproporcionado e inasumible el coste gigantesco en dinero y en libertad personal que habría que pagar para hacer realidad las exigencias del lobby internacional de entidades de gestión de derechos. Sostenemos, también, que en realidad a los Estados les vienen muy bien estas exigencias, porque les facilitan una coartada para establecer mecanismos de control sobre Internet, como la intolerable inspección profunda de paquetes de datos en tránsito, sin previa autorización judicial.
«Lo que los Estados no han conseguido asustando sobre el uso de la Red por terroristas o pedófilos, pretenden conseguirlo con la justificación de hacer cumplir los derechos de propiedad intelectual», ha denunciado Juan Pina. «Pero no nos engañemos, la guerra que ha comenzado esta madrugada no es entre páginas de descargas y agentes del FBI, ni entre hacktivistas románticos y sitios web oficiales. Es una guerra entre los Estados que quieren imponernos una vigilancia y un control aún mayores (así como asegurar su propia capacidad de cobrar impuestos por nuestras transacciones online) y los individuos que habíamos hecho de Internet la demostración palpable de que el Estado no es tan necesario», ha añadido, para concluir que «esta guerra tenemos que ganársela los individuos al Estado, porque nos va en ello el futuro de la Libertad».
El P-LIB llama a los ciudadanos y a las empresas a protegerse contra toda invasión de su privacidad online mediante el uso de cuantos sistemas de encriptación y ocultación de su identidad estén a su alcance. El P-LIB rechaza de plano el Firewall Europeo de Datos, todas las leyes liberticidas contra el libre y anónimo uso de la Red, y todos los intentos estatales de hacerse con el control de Internet, y se pone a la disposición de las asociaciones y movimientos cívicos que trabajan por esta causa para sumarse a las iniciativas en defensa de una Internet libre.