El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) expresa su indignada reprobación al gobierno ante su enésimo disparate en economía: el temerario objetivo de déficit, fijado hoy por el presidente Rajoy en el 5,8 % del PIB. Esta arrogante bravata frente a las disposiciones comunitarias reduce las posibilidades de recuperación de nuestra economía. El gobierno del PP ostenta una vez más su opción mediocre y cobarde por una arcaica política económica socialdemócrata, intervencionista y condicionada por los prejuicios pueriles y las recetas suicidas del peor keynesianismo.
En las circunstancias de crisis extrema que atraviesa la economía española, trazarse como objetivo gastar casi un seis por ciento más del PIB (es decir, alrededor de un 30 % más de lo que se ingresará) constituye una irresponsabilidad extrema e imperdonable. Ningún administrador en su sano juicio tomaría medidas así en una empresa o en la gestión de un patrimonio privado, pero una vez más constatamos con estupor y escándalo que el Estado no se comporta como el prudente administrador de nuestra finca sino como el prepotente señor de nuestras vidas y haciendas.
Rajoy nos sube salvaje y despiadadamente los impuestos hasta los niveles más altos de Europa, apenas aprieta el cinturón al Estado, respalda la tasa Tobin, promueve una nueva burbuja inmobiliaria, rescata a los bancos con el dinero de todos y concentra el sector financiero, destina las reservas de nuestro sistema de pensiones quebrado a comprar la propia deuda estatal descalificada (como ha anunciado hoy el Secretario de Estado de Seguridad Social), no se ha atrevido a hacer una reforma laboral profunda, persigue a pymes y autónomos con campañas de caza de brujas de la Agencia Tributaria, y se dispone ahora a gastar mucho más, no ya de lo permitido por Europa, sino de lo razonable y de lo posible. El PP, que hace apenas unos meses obtuvo una generosa mayoría absoluta con el mandato evidente de imprimir un giro de ciento ochenta grados al rumbo económico, no sólo no ha cambiado la trayectoria definida por el PSOE sino que ha pisado el acelerador sujetando con firmeza el volante. Ha traicionado la confianza de la sociedad española.
Ayer una dirigente del PP hablaba de «helenización» en las calles. Es cierto que cada día nos acercamos más a un escenario como el de Grecia, pero no sólo ni principalmente por el descontento popular, ni por las protestas tanto sinceras como orquestadas que lo encauzan. Nuestra helenización no se debe a que ardan contenedores, sino sobre todo al empecinamiento culpable del gobierno en seguir gastando desenfrenadamente nuestro dinero, en mantener todo el peso, coste, volumen y plantilla del Estado, en no imponer la necesaria austeridad a municipios y comunidades ni aplicársela a sí mismo, en no reducir el endeudamiento y en aumentar los ingresos estatales a cualquier precio, incluso el de conducirnos irremisiblemente a la miseria.
Los liberales sólo podemos comprobar con absoluta consternación que el PP se ha convertido en un enemigo frontal y declarado de nuestra visión de la economía y de la sociedad, compitiendo en estatalismo con los partidos de izquierda. A los liberales, la España de Rajoy nos produce sonrojo, temor y pena. Su partido merece todo nuestro desprecio por haber desechado por completo el pensamiento liberal y haberse convertido, con obscena ostentación, en un burdo alter ego del PSOE.