El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) lamenta la decisión de la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández, de expropiar el 51 % de YPF. Es una pésima noticia para multitud de pequeños ahorradores e inversores españoles y de cualquier otra nacionalidad, que, de forma directa o a través de fondos de inversión, tienen acciones de la petrolera. Y es, también, una pésima noticia para los argentinos, que ven cómo la voracidad del gobierno populista de Fernández consuma un retroceso de décadas y vuelve a la política nefasta de la supuesta autarquía, la sustitución de importaciones, el control feroz de la economía por el Estado y la desconfianza frente a los capitales extranjeros, como si a estas alturas el capital tuviera nacionalidad. Buenos Aires, con esta decisión, se alinea con el grupo de países latinoamericanos capitaneados por Venezuela. Esa lamentable involución de América Latina sólo generará pobreza y subdesarrollo.
El petróleo, como cualquier otro recurso natural, está infinitamente mejor gestionado por la sociedad civil, organizada en empresas productoras, que por las oscuras burocracias estatales, siempre tendentes a la ineficiencia y a la corrupción. Lo que necesita Argentina, como también España, es menos empresas politizadas y condicionadas mediante subvenciones, licencias y cuotas de mercado, y más empresas realmente libres que compitan sin el favor de Estado alguno. Lo que ambos países necesitan es mucho menos Estado y mucha más Libertad, pero eso es algo que ni los peronistas ni los radicales argentinos (ni los socialistas ni los conservadores españoles) comprenden. Y si lo llegan a comprender les da igual: el botín es demasiado tentador. El P-LIB espera que, más allá de la lógica protesta diplomática, el gobierno español no favorezca ahora a Repsol con medidas excepcionales de ningún tipo a cargo del contribuyente. Las empresas que pactan con Estados extranjeros tienen que asumir solas las consecuencias cuando esos Estados deciden expropiarlas.