El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) considera que la decisión de «empotrar» inspectores en diecisiés entidades bancarias constituye una nueva vuelta de tuerca en la estatalización del sistema bancario. Una empresa no es enteramente privada porque la titularidad de las acciones corresponda a particulares. Si la gestión está severamente controlada por el Estado, si la aristocracia directiva tiene intereses mezclados con los de la clase política, si la regulación es compleja y genera oligopolio, y si el negocio principal se basa en un privilegio que el Estado da y quita, no se puede hablar realmente de bancos privados. Los bancos que padecemos en España y en casi todo el mundo hoy en día son meras sucursales de la banca central estatalizada, y la pluralidad de marcas pretende esconder esta realidad, pero no lo consigue. Los nuevos inspectores residentes, comisarios políticos del Estado en cada banco, no solucionan el problema de fondo, que es el de una banca politizada, privilegiada, mal gestionada y a la postre rescatada con el dinero de todos.
Lo principal que demuestra la crisis actual no es que haya fallado la supervisión de los bancos, sino que los abusivos privilegios legales otorgados por los Estados y por el entramado de bancos centrales resultan insostenibles y constituyen una bomba de relojería que termina estallando en la cara al conjunto de la sociedad. Los bancos no tienen que estar «más controlados» por el Estado, sino que tienen que actuar como cualquier empresa, sometidos a los principios generales del Derecho. En el caso español, además, resulta paradójico que ahora se pretenda supervisar más estrechamente a los bancos privados, cuando los que realmente han fallado son los semipúblicos: las cajas gestionadas directamente por el establishment político, sindical y patronal.
Necesitamos bancos que se dediquen al negocio bancario real, que es por un lado el de custodiar los depósitos a la vista y por otro el de actuar como intermediarios financieros prestando el dinero depositado a plazo. Los bancos se han acotumbrado a dejar de lado esos negocios legítimos y dedicarse en cambio al negocio mucho más lucrativo, pero ilegítimo, de crear dinero del aire en virtud de un injusto privilegio que les da el Estado y que nadie más tiene, contribuyendo así a la generación de peligrosas burbujas crediticias como la que ha estallado generando la actual crisis económica. Es urgente transitar hacia un sistema financiero basado en entidades privadas y libres, con encaje bancario pleno e incapaces por tanto de prestar algo que no tienen. El P-LIB defiende la abolición de los bancos centrales y la restauración del patrón oro, retirado en su día para beneficio de políticos y banqueros.