El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) sigue con preocupación los acontecimientos de la península de Corea. La escalada de declaraciones incendiarias a la que estamos asistiendo, junto a los movimientos tácticos que parecen anunciar un conflicto inminente, confiere a la situación una gravedad superior a la de anteriores escaramuzas verbales. En primer lugar, el P-LIB se une a la inmensa mayoría de los seres humanos, de las organizaciones políticas y sociales y de los países del mundo, al condenar con la máxima dureza la enésima amenaza del régimen comunista norcoreano a las vidas de millones de personas, a la paz mundial y a la seguridad nuclear del planeta. Kim Jong Un, como sus predecesores en la cúspide de la dictadura lunática de Pyongyang, merece el mayor de los desprecios por su chantaje permanente al resto del planeta y por mantener a su población sometida a unos niveles de represión que sólo el totalitarismo más abyecto produce. Los Kim comparten ya con ególatras genocidas como Hitler o Stalin las páginas más negras de la Historia humana por su brutalidad al frente del aparato estatal.
En segundo lugar, el P-LIB considera que el gobierno de los Estados Unidos, siempre condicionado por la industria armamentística y otros lobbies impulsores de la confrontación exterior, no está exento de responsabilidad sobre la actual escalada de la tensión. En este sentido, el P-LIB coincide con la visión del Partido Libertario de los Estados Unidos y de políticos como el ex gobernador Gary Johnson o el congresista Ron Paul, que han criticado con justificada dureza los pasos de la administración Obama en relación con las amenazas de Pyongyang. El establishment político estadounidense ha llegado a basar la hegemonía del dólar en la supremacía militar y en su agresiva política exterior, que con dramática reiteración y en los más diversos escenarios geopolíticos causa numerosas muertes de civiles inocentes. Es llamativa la coincidencia de este conflicto con la evolución de la deuda estadounidense y las correspondientes tensiones sobre el dólar. Los economistas keynesianos que fomentan la expansión artificial de la masa monetaria, como Paul Krugman, llevan años expresando sin demasiados ambajes su anhelo de un conflicto bélico (no otro es el significado del eufemismo “invasión extraterrestre” acuñado por Krugman) para terminar con un ciclo económico que saben irresoluble sin la intervención de acontecimientos extraordinarios de la mayor magnitud. Es particularmente condenable la proliferación de aviones no tripulados en misiones de castigo que matan civiles ajenos a todo grupo terrorista, como también lo es la antijurídica Patriot Act y la intolerable continuidad del espantoso campo de concentración de Guantánamo, contra los compromisos electorales del presidente Obama y contra el clamor generalizado de la sociedad estadounidense y de la comunidad internacional.
El P-LIB expresa su solidaridad a Corea del Sur, uno de los países más prósperos del mundo por contar con una economía más libre que la de la mayoría. El P-LIB considera que Seul y Washington no deben ceder al nuevo chantaje norcoreano transfiriendo una vez más recursos económicos a Pyongyang, pero tampoco deben hacerle el juego a Kim Jong Un sobrerreaccionando ante sus bravatas y agravando así, probablemente de forma deliberada, la situación. Por último, los liberales libertarios aplicamos siempre el principio de no agresión, que excluye el inicio de la violencia, y no podemos justificar por lo tanto ataques “preventivos” de ninguna de las partes.