El Partido Libertario (P-LIB) comprueba con profundo pesar cómo España y Europa están cerrando cada vez más sus puertas a los disidentes y refugiados políticos procedentes de los numerosos estados totalitarios, autoritarios o inmersos en conflictos de toda índole, que existen hoy en las diferentes latitudes del planeta, tal y como recogen diversos informes internacionales, el último de ellos el publicado recientemente por Amnistía Internacional. Los Estados continúan siendo la principal fuente de violaciones de derechos y libertades, de conflictos sangrientos y de sufrimiento humano, incluso cuando no existen condiciones mínimamente objetivas para el conflicto. Un ejemplo de esto último es el Estado ruso, una superpotencia energética que en lugar de centrarse en la obtención pacífica de cuantiosas ganancias por la venta de hidrocarburos —obviando por supuesto que debería privatizar Gazprom y liberalizar el sector energético— a una Unión Europea que los necesita imperiosamente, en el marco de una relación librecambista normalizada, se dedica enfrentarse con sus vecinos y a desestabilizarlos, cuando no a invadirlos directamente, bajo el eufemismo de lo que el Estado ruso denomina “área de influencia”.
El P-LIB invita a Europa a mostrarse permanentemente como un faro de la libertad en el mundo y a ser lo más receptiva posible a la llegada a su territorio de disidentes y refugiados políticos, los cuales además suelen representar lo mejor de sus sociedades en términos de defensa de la libertad, de la ética y de la dignidad. Frente a los eternos y estériles dilemas geopolíticos creados artificialmente por los Estados, sobre si apoyar o no determinadas sublevaciones o revueltas en unos lugares o en otros, cuyo resultado además suele ser incierto y hasta contraproducente, y frente al sostenimiento de conflictos bélicos siempre cuestionables y que con frecuencia nada resuelven, los libertarios creemos que Europa debe poner en práctica la acogida del mayor número posible de disidentes y refugiados políticos en su territorio, con los controles necesarios, como fórmula relativamente sencilla para contribuir a la paz mundial y al avance de los Derechos Humanos. Además dichos disidentes terminarían encontrando un puesto de trabajo e integrándose en la sociedad de acogida, al mismo tiempo que no supondrían un incremento en los gastos del Estado porque recibirían, como así sucede en la actualidad, apoyo de todo tipo por parte de personas y entidades benefactoras privadas.
“El aumento del antisemitismo y la violencia, junto con la proliferación de partidos populistas de extrema izquierda y derecha, no es una casualidad en una Europa que cada vez cierra más sus puertas como tierra de acogida de disidentes” declara José Antonio Peña, miembro del Comité Ejecutivo Federal, añadiendo que “todo ello son indicios de que la Libertad retrocede en un continente que debería estar vacunado intelectualmente y por su historia contra la barbarie liberticida” Y termina “Europa tiene que ser un refugio para los disidentes que defiendan la paz, la libertad y el progreso”.