El Partido Libertario (P-LIB) de Madrid recibe con pesar las noticias de los últimos días sobre las listas de espera en el Servicio Madrileño de Salud. Según reconoce el gobierno actual de Cristina Cifuentes, los anteriores ejecutivos de Esperanza Aguirre e Ignacio González declaraban cifras de pacientes en listas de espera quirúrgica cerca de cuatro veces menores de las reales. El gobierno de Cifuentes admite ahora que el número de pacientes en espera a final de año alcanzaba casi las 80.000 personas (79.444) frente a las 20.000 declaradas en julio de 2015. No se contaba el plazo desde que al paciente se le prescribía la operación, sino desde que veía al anestesista, y se retiraba por completo del cómputo a los pacientes que no aceptaban operarse en el primer hospital ofrecido, contándose los días hábiles y no los naturales. Al final, las cifras reales arrojan que en diciembre sólo el 46% de los pacientes esperaban menos de un mes para ser operados, teniendo un 2% una espera superior a medio año. La espera media real es de 42 días, habiendo aumentado el número de pacientes en espera durante los 10 años que ha durado esta farsa.
Así ha «cumplido» Esperanza Aguirre su promesa electoral de que ningún madrileño esperaría más de 30 días para operarse. Los conservadores, a menudo indistinguibles de los socialdemócratas, no confían en la autosuficiencia de la sociedad civil para proporcionarse los servicios que necesita. La Consejería anuncia ahora que va a aumentar el gasto sanitario en 80 millones de euros durante los próximos cuatro años, aunque reconoce que aún no se sabe el número real de profesionales necesarios.
Frente a este modelo estatalizado, caro y propenso a la corrupción, el Partido Libertario propone a la sociedad el sistema de cheque sanitario, que tan buenos resultados está dando en los países donde existe, de manera que cada ciudadano pueda acudir libremente a la clínica u hospital que desee, de entre todos los existentes, pagando el Estado a precio medio de mercado el servicio que precisan aquellas personas que no se lo puedan costear. Al dejar a elección de los pacientes a qué proveedor acudir para recibir el servicio, éstos se convierten en clientes y, por lo tanto, entra en juego la competencia dentro del sector de la salud, y con ella una mejor calidad y trato a los pacientes que, ahora sí, con su capacidad de elección premiarán o penalizarán a los prestadores de servicios en la medida que satisfagan sus necesidades.
Jorge Martín, miembro de la ejecutiva madrileña del P-LIB, ha declarado que «con el cheque sanitario se mantiene la universalidad, y las personas sin recursos pueden disfrutar de una sanidad privada con la eficiencia que sólo da la libre competencia. El sistema actual es una máquina de empobrecer a la gente, ofreciendo servicios obligatorios de tercera que convierten a los ciudadanos en simples cifras sin capacidad de elección».