El Partido Libertario (P-LIB) manifiesta su estupor por la aprobación en junio del pasado año de una ley que impide a sordos y ciegos contraer matrimonio sin autorización médica. Ante el disgusto de los afectados, y de todos los amantes de la libertad, se prevé que dicha ley entre en vigor en los próximos meses.
Dada la naturaleza restrictiva de dicha ley, absolutamente incoherente con una sociedad moderna, sólo cabe dar por cierta la explicación facilitada de que este lamentable suceso se debe a un simple error humano, al haber sido copiada parte de una ley procedente de tiempos muy diferentes, felizmente lejanos.
Los libertarios nos unimos a la legítima indignación de todos los ciudadanos de bien, que se ven constantemente sometidos a errores absurdos de este calibre. Es de todo punto inaceptable que en una cámara de 350 diputados se aprueben leyes sin que ni uno sólo de ellos se las lea, no al menos con la atención suficiente para que asuntos como este se detecten antes de que las leyes sean aprobadas.
La constante producción de leyes que mantiene ocupadas a nuestras cámaras parlamentarias es una interminable fuente de problemas para los administrados y para la acción misma de la justicia. El laberinto legislativo generado por tamaña actividad sólo sirve para que a los ciudadanos les sea materialmente imposible conocer las leyes a las que están sometidos, para que sus actividades normales queden inadvertidamente fuera de la legalidad sin que haya voluntad ni consciencia de ello, y para que la correcta aplicación de la ley sea prácticamente inviable. Es, además, una de las principales razones de que padezcamos un endémico entorpecimiento de todas las administraciones públicas, con particular incidencia en la administración de justicia.
Roxana Nicula, Secretaria General del Partido Libertario, ha declarado al respecto: «Esta ley es una muestra más del suspenso que recibe nuestro país en el Índice Mundial de Libertad Humana de este año. Independientemente de si fue un error o no, la proliferación de normas abusivas con las libertades individuales nos hace caer más bajo, alejándonos de las sociedades libres donde sus integrantes no padecen el constante rodillo legislativo impidiéndoles construir sus proyectos vitales.»