Ante los acontecimientos de este fin de semana en los Estados Unidos de América, el Partido Libertario (P-LIB) expresa su preocupación por el rumbo de la recién estrenada presidencia de Donald Trump, y su apoyo inquebrantable al Partido Libertario estadounidense.
El P-LIB condena todas las posiciones políticas que menoscaban conquistas fundamentales del individualismo político, desde los tiempos del liberalismo clásico y desde los principios fundacionales de los Estados Unidos de América hasta el libertarismo actual. Entre esas conquistas irrenunciables se encuentran la libertad de prensa, la libertad de religión, la presunción de inocencia y la igualdad ante la ley. Pretender que los excesos cometidos por la izquierda política pueden corregirse vulnerando estos principios es un despropósito que los libertarios de ninguna manera podemos convalidar.
En esta hora difícil para la Libertad en los Estados Unidos, el presidente del Partido Libertario, Daniel Martínez, ha alentado a su homólogo estadounidense Nick Sarwark a seguir plantando cara al autoritarismo del presidente Trump, y le ha felicitado por la valentía del comunicado emitido ayer por su partido en relación con los sucesos de este fin de semana. Daniel Martínez ha suscrito hoy palabra por palabra las mismas declaraciones que ayer efectuó Sarwark: “si permitimos que se degraden los derechos de un grupo de personas, estamos degradando los de todos”. Además, Martínez ha señalado que “los libertarios queremos seguir admirando a los Estados Unidos como una tierra de Libertad, y pensando en ese país como el de sus fundadores y no como el de Trump”.
En el seno de la Alianza Internacional de Partidos Libertarios, el partido español ha hecho hoy un llamamiento a los partidos homólogos de todo el planeta a apoyar firmemente al de los Estados Unidos de América en estos momentos de especial incertidumbre.
En particular, el Partido Libertario español apoya la iniciativa de la formación equivalente en los Estados Unidos, de llamar a la masiva inscripción de sus afiliados en el posible registro de musulmanes que Washington está considerando, y que entrañaría un retroceso sin precedentes de las libertades personales en Norteamérica, recordando a las medidas terribles de algunos regímenes totalitarios del pasado. El P-LIB apoya también la posición de los libertarios estadounidenses contra la posible diferenciación del trato a los nacionales de determinados países en función de sus creencias religiosas. Además de antijurídicas y liberticidas, estas medidas son completamente estériles en la lucha contra el terrorismo.
El P-LIB se suma a los planteamientos de instituciones como el Cato Institute o la organización Students for Liberty, que ayer se manifestó ante la Casa Blanca contra las últimas órdenes ejecutivas del presidente Trump.
Es intolerable que el Estado discrimine a las personas por su nacionalidad sin considerar cada caso particular. Toda denegación a una persona de libertades concedidas a otras debe obedecer a circunstancias particulares objetivas, motivarse suficientemente y llevarse a cabo dentro del debido proceso legal. Negar la entrada a territorio estadounidense a personas con visado válido emitido por las propias autoridades del país constituye un atropello, máxime cuando se trata de refugiados sin hogar y cuya única alternativa es retornar a países donde sufren persecución.
Con todo, la mayor aberración producida este fin de semana ha sido impedir incluso el retorno a ciudadanos que son residentes legales en los Estados Unidos, con casa, empleo y familia en el país, simplemente porque la orden de Trump les sorprendió de viaje en el extranjero. Desde profesores de algunas de las más prestigiosas universidades hasta personal técnico y directivo de empresas relevantes, han sido innumerables los casos de ciudadanos atrapados en esa situación impropia de un Estado de Derecho y de una sociedad libre. Aunque la Casa Blanca ha dado marcha atrás hace unas horas, el precedente resulta intolerable. La inseguridad jurídica de los extranjeros no puede convertirse en una nueva característica del país construido a lo largo de más de dos siglos por inmigrantes llegados de todas partes del mundo.
El Partido Libertario reafirma su compromiso con el derecho humano fundamental e inalienable a migrar, y al mismo tiempo considera que las distorsiones en el ejercicio de ese derecho se deben al mal llamado Estado del bienestar. Por lo tanto, lo que se debe combatir no es la libre migración sino ese tipo de Estado, que además de inviable resulta contrario a la ética al apropiarse de la mayor parte del esfuerzo de las personas.
En particular, las medidas del presidente Trump constituyen también una afrenta a los más de treinta y cinco millones de inmigrantes mexicanos, y un golpe brutal a infinidad de empresas mexicanas y estadounidenses. Trump está en su derecho de cometer la inmensa torpeza de reforzar el muro de Obama en la frontera, pero no de exigir a México que, encima, lo pague. El nivel de arrogancia del presidente excede con mucho de lo admisible en las relaciones entre países civilizados.
El P-LIB se reafirma en su creencia de que todas las empresas tienen derecho a producir y comerciar donde deseen, porque emprender e intercambiar son derechos humanos de la máxima importancia. El P-LIB reivindica el comercio internacional como el seguro más efectivo frente a los conflictos. El comercio genera paz y prosperidad, y funciona mejor en marcos multilaterales amplios que en situaciones de bilateralidad, ya que éstas otorgan a los gobiernos nacionales un enorme poder de decisión que condiciona, entorpece o impide la libre acción de las empresas. Pero, por supuesto, el mejor comercio es el que ni siquiera necesita acuerdos sino que se basa simplemente en un completo desarme arancelario unilateral, que el P-LIB promueve.
El Partido Libertario expresa, por tanto, su más firme oposición a las medidas autoritarias de la administración Trump y su preocupación tanto por los derechos y libertades del individuo como por la Libertad económica en los Estados Unidos de América. En el conjunto del mundo occidental, la alternativa al estatismo socialdemócrata de los últimos setenta años no puede ser, de ninguna manera, el retorno a un estatismo aún más feroz, nacionalista y liberticida.