
Los aranceles y en general las barreras comerciales son un ataque a los derechos de propiedad, y un ataque frontal a la prosperidad por parte de los enemigos del comercio. Siempre hemos criticado las barreras comerciales «domésticas» de la Unión Europea y del gobierno español.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha iniciado una guerra mundial contra el comercio, llevando estas barreras a otro nivel. Ahora dice que ha «rebajado» los aranceles cuando en realidad los ha subido a un mínimo del 10% para cualquier producto. Un recordatorio de que la derecha no es menos intervencionista que la izquierda, y de que la autarquía es un desastre.
Los países de Europa y del resto del mundo no deben dejarse arrastrar a una espiral arancelaria que nos llevaría a todos a la ruina. En la medida en que sea posible, debe usarse la diplomacia. En la medida en que no lo sea…
Debe construirse un entorno de comercio libre que abarque la mayor parte posible del mundo. No podemos obligar a los Estados Unidos a estar en él. Pero los Estados Unidos no pueden obligar al resto del mundo a tirarse al precipicio. Este es el momento de ir en la dirección contraria a la que hemos tenido en los últimos años y decir un rotundo «sí» a la libertad de comerciar y a la eliminación de barreras y aranceles.
Una sola persona no debería tener poder para arruinar la economía mundial. Un solo país tampoco. Si damos tanto poder a una oligarquía, ¿qué garantías tenemos de que no nos lleven al desastre?
Hoy, más que nunca, todo el poder para las personas.