Reunión del G-20

El P-LIB considera un fracaso estrepitoso la reunión celebrada ayer por el G-20 en Londres. Los líderes de las veinte principales economías del mundo se han reunido para transmitir a la opinión pública una falsa seguridad que casi nadie les ha creído, y para justificar la continuidad de la nociva política de supuestos «estímulos» estatales a la economía y, en particular, al sector bancario y financiero.

El P-LIB cree que los Estados no tienen derecho a emplear el dinero de sus ciudadanos para sanear con él empresas mal gestionadas, incluyendo los bancos. Si una empresa, como consecuencia de su mala gestión o de circunstancias adversas, debe quebrar, pues que quiebre y ello ayudará a la economía general, por más que a corto plazo pueda parecer un desastre. El principio de destrucción creativa es una de las fuerzas principales que promueven el desarrollo en las economías abiertas. Corresponde a la responsabilidad de los individuos y de sus agrupaciones voluntarias (como las empresas) actuar directamente en la economía. Obligar a la gente a pagar impuestos para después emplearlos en salvar malas empresas es contrario a la ética más elemental.

El sector bancario, sobreprotegido y sobrerregulado en casi todo el planeta, es el menos indicado para recibir el apoyo económico de los ciudadanos. La mejor forma de sanearlo es desregularlo en lo posible y permitir una competencia mucho mayor entre entidades grandes y pequeñas, sin injerencia alguna del Estado. Es significativo que la actual crisis mundial se haya originado en dos de los sectores más férreamente regulados por los Estados: el bancario y el inmobiliario.

En cuanto a la polémica sobre los bonos de los altos directivos de la banca, las empresas automotrices y otras, el P-LIB no tiene nada que objetar al enriquecimiento de esas personas siempre que no ocurra con dinero público. Si los accionistas de una empresa quieren ser extraordinariamente generosos con sus gerentes, están en su perfecto derecho. Pero con el dinero de los contribuyentes, no. Por lo tanto, nuestra posición es un no rotundo a los «estímulos» pero, si se producen, es de sentido común que no deben gastarse en sobresueldos para los directivos.

Como última reflexión sobre la reunión del G-20, el P-LIB considera lamentable que ante una crisis mundial tan importante todas las miradas se dirijan a los gobiernos como si éstos fueran capaces de acabar con ella. El interés de los medios y de la sociedad debería dirigirse a los empresarios independientes, a los trabajadores y a las empresas no intervenidas, al capitalismo real y no al capitalismo de Estado, al libre juego de millones de consumidores y productores, es decir, a la acción humana en un clima de espontáneo orden económico, y no a los comités de supuestos expertos a sueldo de los Estados.

Para salir de la crisis, hace falta más libertad económica

 

 

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