Unos términos con más de doscientos años. Los términos “izquierda” o “derecha”, se han hecho tan populares en política, que para muchas personas la primera pregunta sobre una formación política es en cuál de las dos se encuadraría. De hecho, se han hecho tan populares entre la sociedad, que a veces se aplican en sentido cultural, identificando a “tipos” de personas según sus preferencias culturales o muchos aspectos de su actitud ante la vida.
En algunos casos, partidos que no se sienten cómodos con ninguna de las dos etiquetas, se autocalifican “de centro” Es curioso cómo ni siquiera el término “centro” cuestiona el que se pueda clasificar la enorme diversidad de las opiniones políticas humanas en una línea recta.
Los términos “izquierda” o “derecha” provienen de la época de la revolución francesa, haciendo referencia al hecho de que los partidarios del poder absoluto del rey (de su poder de veto sobre las leyes) se situaron a la derecha de la asamblea, mientras que los contrarios se situaron a la izquierda. El liberalismo clásico se sitúa entre los sucesores de estos últimos, aunque los términos “izquierda” y “derecha” han evolucionado tanto, que en España “liberal” se asocia con la derecha (con conservador), mientras que, por ejemplo, en Estados Unidos se hace con la izquierda (con socialdemócrata). En ambos países se usa a veces el adjetivo “clásico” (“liberalismo clásico”) para referirse a la acepción original del liberalismo, alejada tanto de la socialdemocracia como del conservadurismo.
El libertarismo es la evolución natural del liberalismo clásico, una versión de este con propuestas más ambiciosas y renovadoras, asentadas en el mundo tecnológico global de nuestro tiempo.
A pesar de ser una evolución del liberalismo clásico, el Partido Libertario ha renunciado a la etiqueta “liberal”, por haberse asociado en España con el conservadurismo, ideología contraria a la nuestra.
Pero entonces, ¿somos de izquierdas o somos de derechas? Los libertarios consideramos que los términos “izquierda” o “derecha”, no son útiles para clasificar la inmensa diversidad de las ideas, y tras más de doscientos años han perdido la gran mayoría de su utilidad para entender los planteamientos políticos. De hecho, a menudo se han convertido en una especie de filtro que dificulta ver la realidad política con claridad, agrupando en el mismo “bando” a personas con ideas antagónicas, y separando en “bandos” distintos a personas con ideas similares.
Desde un punto estrictamente político el Partido Libertario no se identifica con el significado actual de ninguna de estas dos etiquetas. Desde un punto de vista cultural, podemos decir que tanto personas cuya actitud ante la vida les haga clasificarse como “de izquierdas” como personas que por el mismo motivo se clasificarían como “de derechas” tienen lugar en el Partido Libertario… a condición de que no pretendan imponer a los demás su visión de la vida.
El libertarismo no es una ideología total (término del que se deriva la palabra “totalitario”) ni tampoco colectivista, no pretende definir cómo debe ser la vida en todos sus aspectos, es un marco de convivencia en el que cada persona es libre para construir la suya con sus propios criterios.
¿A qué sociedad aspira el libertarismo? Por lo dicho anteriormente, el libertarismo no aspira a una sociedad concreta, sino a una sociedad plural, con numerosos polos de decisión.
Al contrario que el resto de partidos, el Partido Libertario defiende el individualismo político, y recalcamos el adjetivo “político”, porque no se trata de que las personas estén solas, sino de que puedan tomar individualmente la decisión sobre cómo asociarse con otras personas para construir su propio proyecto de vida.
En un sistema totalitario, hay un proyecto común que se impone a toda la sociedad. Como el concepto de nación de un régimen fascista, como la gran comuna-Estado de un régimen comunista, etc. Con una cultura intervenida, diseñada para “educar al pueblo”.
En una sociedad libertaria hay diversidad de proyectos colectivos formados por personas libres que colaboran en esos proyectos por voluntad propia, cooperando pacíficamente con otras personas. Incluso cooperando pacíficamente, si así lo desean, con otras personas con proyectos muy distintos.
De lo dicho anteriormente, queda claro que nos oponemos, por ejemplo, a una comuna-Estado. Pero ¿y si hay personas que desean realmente vivir en una comuna compartiendo todas sus pertenencias? Si lo hacen voluntariamente, si tienen la posibilidad de salir si lo desean, defendemos su derecho a estar en esa comuna.
Defendemos el derecho de las personas a vivir solas, a vivir en comunas hippies, en conventos de monjas, en grandes ciudades, en pueblos pequeños, a trabajar mucho y bien para mejorar su situación económica, a trabajar poco y llevar una existencia sencilla, a formar familias con hijos, a formar familias sin hijos, a ser solteras, a formar parejas del mismo sexo, a formar parejas compuestas de un hombre y una mujer… y un etcétera tan largo como innumerables pueden ser los proyectos humanos.
La condición, de nuevo, siempre, es que tienes derecho a buscar personas con las que formar tu microsociedad dentro del conjunto de la sociedad grande, pero no tienes derecho a obligar a otros a que se unan a ti. No tienes derecho a imponer a otros tu visión del mundo, sea esta nacional, religiosa, lingüística, o de cualquier otro tipo.
¿Qué modelo político defiende el Partido Libertario? De lo dicho hasta ahora, se entiende que el Partido Libertario defiende:
- Un Estado lo más pequeño posible en cuanto a regulación de los diferentes aspectos de la vida, que dé el mayor margen posible a sus ciudadanos para conformar “microsociedades” que puedan aplicar sus propias reglas de adscripción voluntaria, frente a las leyes del Estado, que son obligatorias.
- Un Estado lo más pequeño posible en cuanto a presupuesto, que simplemente garantice los elementos de un marco de convivencia, como la defensa frente al ataque de otro Estado, o la universalidad de ciertos servicios básicos, como la educación, pero dejando a los ciudadanos elegir el tipo de educación y el contenido de esta que se impartirá a sus hijos o a ellos mismos (te invitamos a leer nuestras 80 medidas o nuestro Programa Político Marco para ver cómo se implementaría esto). Un Estado que deje libre, por tanto, la mayor cantidad posible de presupuesto a sus ciudadanos para organizarse con otras personas según sus propias preferencias, frente al presupuesto del Estado, que es obligatorio (puesto que se cobra a través de impuestos: la palabra “impuesto” viene de “imponer”).
Un Estado con estas características, lo diametralmente opuesto a un Estado total o totalitario, lo contrario a un Estado colectivista, es lo que se califica como una minarquía. Y no, no vamos a entrar a elaborar/debatir/teorizar sobre si es posible ir más allá, y que dicho Estado pueda algún día ser tan pequeño que deje de existir (anarquía). Algunos de nuestros militantes lo consideran posible, otros no. Pero en todo caso, el Partido Libertario no es un instituto de pensamiento filosófico. Aunque cuente con una base teórica, trabaja en un plano práctico, de acción política, en el aquí y ahora. Trabajamos para que nuestra sociedad evolucione hacia una sociedad más libre, dentro de los márgenes de acción que nos deja la época en la que vivimos.
De lo dicho hasta ahora, tampoco te sorprenderá leer que el Partido Libertario defiende:
- Un Estado lo más descentralizado posible en el ámbito territorial, y con preferencia por el modelo federal. Con una descentralización a su vez para las entidades menores como los municipios, islas, etc. Con unos límites entre estas entidades que no sean inamovibles. Que, por ejemplo, una comarca pueda cambiar de comunidad autónoma, si así lo desean la mayoría de sus habitantes. Sí, también defendemos que los cambios de fronteras entre Estados no deberían hacerse como se ha hecho hasta ahora la mayoría de las veces en la Historia (mediante la guerra), sino por decisión de la mayoría de los habitantes de los territorios implicados.
Sobre la creencia generalizada en España de que los sistemas federales propician el crecimiento en tamaño total del Estado, recordemos que el número de cargos políticos en la jacobina y centralista Francia es muchísimo mayor que en la descentralizada y federal Alemania. Y no es ni mucho menos el único ejemplo, aunque por supuesto hay muchos más factores en juego, y esto no tiene por qué cumplirse en todos los casos.
Y no, por muchas veces que te lo repitan, el sistema de comunidades autónomas de España no es un modelo federal, y de hecho descentraliza gasto, pero centraliza recaudación, lo que es simple y llanamente una receta garantizada para el desastre (y para la proliferación administrativa).
Una descentralización de verdad, una que distribuya la capacidad real de gestión entre los distintos territorios que los ciudadanos pueden elegir para vivir o trabajar, lleva a una competencia territorial. Y la competencia lleva a la excelencia: un área deprimida podrá copiar modelos de éxito que funcionan en los territorios más avanzados. Los ciudadanos de los territorios menos avanzados podrán exigir a sus administraciones con su voto las soluciones que están viendo funcionar muy cerca. Y en última instancia, siempre tendrán la opción de trasladarse a un lugar vecino donde la administración trate mejor a sus residentes, sin necesidad de emigrar a otro país ni de irse muy lejos. Un sistema descentralizado impide la aplicación generalizada de modelos nefastos, modelos que, por desgracia, se aplican en muchos países que sufren concentración de poder.
También defiende el Partido Libertario:
- Un Estado con una capacidad de decisión distribuida, huyendo de “presidencialismos” y de que una sola persona pueda concentrar en sus manos un enorme poder.
- Lógicamente, también somos un partido republicano, según la acepción moderna del término “república” (ausencia de monarquía). Como hemos aclarado antes, no se trata de tener un presidente con todo el poder, un cuasimonarca, o de eliminar el gasto de la monarquía para añadir otro gasto aún mayor.
De hecho, puesto que en los países democráticos la monarquía es puramente simbólica, no es un tema que consideremos de extrema relevancia: mejor una monarquía federal y con un poder distribuido, que una república presidencialista y centralizada.
Pero incluso a nivel simbólico, ¿para qué necesitaríamos en un Estado lo más pequeño posible a un funcionario con cargo hereditario y funciones meramente protocolarias al que llamar “majestad”, y ante el que inclinarse como si fuera alguien por encima del resto de ciudadanos?
Si, por apoyo mayoritario de la ciudadanía (algo que habría que ver), se mantuviera la monarquía, al menos reclamamos que se elimine la inviolabilidad legal del monarca, para evitar cualquier impunidad. Por supuesto, tampoco debería tenerla ningún cargo político (en otros países no hay personas con este privilegio, y no hay problema alguno por ello).
¿Cómo sé si mis ideas coinciden con las del Partido Libertario? Descúbrelo haciendo nuestro test anónimo.
Descarga el archivo de Excel o ábrelo aquí, lee el breve párrafo inicial de instrucciones y rellena el test.
Una puntuación mayor de 700 puntos indica una elevada afinidad entre tus ideas y las nuestras. Una puntuación menor de 600 puntos indica poca afinidad de ideas, y una puntuación entre 600 y 700 una afinidad intermedia.
Además de la información que podrás encontrar en nuestra web, quizá te interese ver este vídeo en YouTube: “La Filosofía de la Libertad” (los autores del vídeo no tienen relación con el Partido Libertario, pero sí puntos de vista afines a los nuestros).