Por Javier López
El caso Koldo o los innumerables familiares, amigos y conocidos de Ayuso con ganas de hacer negocios sucios con las mascarillas no son excepciones en la política, son la política. No es que en el sistema de vez en cuando se cuelen manzanas podridas, es que el sistema las genera. Porque la política, tal y como es ahora, es un foco de corrupción.
Los políticos nunca han tenido acceso en España a tanto dinero público como el que tienen ahora. El gobierno de Sánchez ha disparado el gasto público y los impuestos y pocos podrán afirmar que eso se ha notado en una mejora sustancial de los servicios públicos para los que se supone que se destina.
El Estado de bienestar o la redistribución de la riqueza desde los más ricos a los más pobres, que seguramente en su momento nació con intenciones mucho más nobles que ahora, se ha pervertido totalmente. Ahora también se redistribuye el dinero de la clase media. ¿Para qué? Patatas. Se le quita la mitad del salario a un trabajador para dársela a otro trabajador que gana lo mismo, y viceversa.
Y en todo ese trasiego innecesario de dinero, se caen cosas. Como cuando se caen cosas de un camión. Y alguien se las queda. Y los que se las quedan son los partidos, que se han convertido en grandes empresas que facturan millones de euros cada año y que tienen muchas bocas que alimentar.
Porque la política se ha convertido en una secta y una mafia en donde todos tienen secretos de todos porque todos han hecho algo. Y a las cumbres de los partidos llegan los que más han hecho y más capaces son de seguir haciendo favores a quienes los han llevado hasta allí.
Si Koldo o Ábalos acaban en la cárcel, será por sus trapicheos con las mascarillas quedándose dinero público mientras al país lo asolaba una pandemia. Pero mucho antes de eso, y siendo perfectamente legal, Koldo ya era consejero de Renfe. ¿Por qué? ¿Con qué méritos? Patatas. Simplemente por ser amigo de, por tener la confianza de. Cobrando un sueldo por un trabajo para el que parece ser que no se necesita ninguna formación previa. ¿Entonces, por qué existe ese trabajo?
Este es el problema, que nos enteramos de los casos de corrupción que pueden acabar en delito, pero que Koldo sea consejero de Renfe, también es corrupción. Y que los partidos se llenen los bolsillos metiendo a “su gente” en todos los recovecos del estado para exprimirlo de manera oculta también lo es. Por eso hay que quitarle todo el dinero a su alcance y evitar la gestión pública innecesaria.
Los políticos solo deberían gestionar una ínfima parte del dinero de un país. Porque si no, poco a poco, irán cogiendo más y más hasta hacerse cada vez más grandes y llegar a la situación de secuestro en la que nos tienen ahora, con un país maniatado por todas partes a voluntad de los partidos, que se dicen rivales pero en realidad son aliados.
Y ahora mismo, el único que propone esto en España es el Partido Libertario.